La historia de esta boda en Sant Joan De Caselles, Canillo, Andorra, fue mucho
más surrealista de lo que debería haber sido.
Después del viaje a Andorra de julio 16 me puse en contacto con el Mossén de
Meritxell, Mossén Ramón preguntándole si sería factible satisfacer el deseo de
Susana de recibir su bendición en una ceremonia en la capilla de Sant Joan de
Caselles. Respondió muy amablemente y accedió para principios de octubre
Susana quedó muy entusiasmada con la idea y se la comunicó a su hijo
pidiéndole para mi desconcierto, y no negaré disgusto, que ambos hijos participasen en ella,algo que a
mi ni me interesaba ni tenía ningún deseo de que se produjese por el para mi maldisimulado desprecio que ambos hijos sentían por su madre (Maria Carolina seguía negándose a ayudarla, y en no pocos períodos de tiempo prohibiéndole trato con sus nietos, y su hermano desde el 26 de abril 16 no sólo le comunicó que se negaba a ayudarla -Susana verbalizó varias veces deseos de suicidio por ello-, sino que además le había sacado miles de euros de la mala venta del piso de Pals en mayo)
En agosto descubro para mi perplejidad que el hijo había mostrado sus reservas ante esta boda y que sólo accedía y consentía a ella si se daban ciertas circunstancias, es decir que Susana hablase con su amigo "habilitado" para negociar con éste que cuando se produjese el fallecimiento, él tramitaría una pensión de viudedad a mi nombre pero a mis espaldas, poniéndola a nombre de Juan Pablo Durán que sería quien la cobraría, en un grosero fraude a todas luces. El 26 de agosto su hermana llama a Susana y le comenta que, enterada de esta maquinación le pidiera a su hermano que se partiesen el botín entre ambos, obviamente dejándome a mi al margen
Además el beneplácito del hijo estuvo condicionado a que Susana accediese a firmar un (¿nuevo?) testamento en el que explícitamente me desheredase, para así poder quedarse las propiedades inmobiliarias que le habían puesto a su nombre como mínimo en Mexico DF y cuyo detalle encontré en el ordenador de Susana
Ésta accedió a estos chantajes y finalmente la boda se podía celebrar, ya con la
autorización de su familia... y mi desconcierto absoluto ya que yo lo interpretaba
como la enésima demostración del desprecio que tenían por Susana.
Yo no sólo no acepté esta pensión hipotética de viudedad que rechacé
explícitamente lo que fue asumido por el hijo como la muestra de que yo aceptaba
entregarle el dinero de la misma o como mínimo silenciar ese fraude
Además, exigieron que yo les pagase en Andorra una estancia en un hotel de
minimo 4 estrellas
DUrante esa estancia el hijo y su mantenedora esposa, de la que vive, mostraron
gracias a la ingestión de cantidades ingentes de vino, un increíble y terrorifico
desprecio hacia Susana, con burlas e insultos constantes a sus espaldas,
intentando incluso a última hora boicotear y hacer imposible ese acto con
mentiras e insinuaciones malévolas en mi contra que me hicieron tener (aún más)
dudas sobre la estabilidad mental de ambos
Quedé muy sorprendido y deconcertado por todo ello la verdad.
Y como dije en el blog y en el libro, estoy dolorosamente convencido
que hubiéramos podido ser mucho más felices sin la constante hostilidad
que representaba el odio irracional de su familia, sus hijos, los presuntos
delincuentes Maria Carolina Durán Peña y Juan Pablo Durán Peña, verdaderos
ejemplos modélicos de malos hijos, y malas personas como nunca tuve la
oportunidad o la desgracia de conocer
Ellos fueron el verdadero cáncer de Susana
En la ceremonia Susana quiso que sonase un tema que la tenía particularmente obsesionada por esas fechas, la melodía de la película "El Tercer Hombre" de Carol Reed, con la cítara inconfundible de Anton Karas
La explicación de esa obsesión la cuento aquí:




