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CONSULTORIO BÍBLICO

 

Estrenamos nueva sección surgida de la colaboración periódica de Quique Fernández, Coordinador de Escuela de Animación Bíblica y el semanario Catalunya Cristiana.

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¿JACOB QUEDÓ REALMENTE BENDECIDO?

Quique Fernández

En el capítulo 27 del Génesis se nos relata cómo Isaac, sabedor que se encuentra en los últimos días de su vida, desea bendecir a su hijo Esaú, y para ello le solicita que salga a cazar y le cocine un guiso. Hasta ahí pareciera que todo es normal. Pero resulta que de esa escena ha sido testigo la esposa de Isaac y madre de Esaú, Rebeca, que siente una “descarada” preferencia por su otro hijo, Jacob. Tanta es esa preferencia que está dispuesta a perpetrar un engaño en favor de Jacob y, por tanto, en contra de Esaú.

Rebeca es la instigadora. Propone, o más bien empuja, a su hijo Jacob a mentir a Isaac, a

presentarse con un guiso, “disfrazado” de Esaú, ante su padre ciego, para que así sea Jacob

quien reciba la bendición de Isaac y, por tanto, de Dios.

Es verdad que Rebeca es la ideóloga del engaño, pero también es verdad que Jacob pone de su

parte, no se resiste demasiado a ejecutar las instrucciones de su madre, resultando que

finalmente

consuma el plan y recibe la bendición de Isaac.

Pero la pregunta inevitable que surge de este relato es: ¿quedó realmente bendecido Jacob?

Va a depender desde qué plano buscamos la respuesta. Habrá quién se planteé que el pecado de

Jacob le imposibilita para recibir la bendición y, por tanto, la anula. De este modo se concibe que

sólo debiera ser bendecido lo que ya es bendito. Y sin embargo, nos dice Jesús que Él no ha

venido para los que se consideran sanos, sino para los necesitados de misericordia, de sanación

de sus heridas.

Tal vez el gran error es considerar la bendición solo como el “premio de los buenos”. El error de

Rebeca, Jacob e, incluso, Isaac, es pensar que la bendición de uno, Esaú o Jacob, excluye a del

otro. Es una concepción reduccionista y equivocada de Dios. Él siempre está dispuesto a la

misericordia y el perdón, siempre dispuesto a bendecir a todos, todos, todos.

(publicado previamente en el semanario Catalunya Cristiana nº 2309 de fecha 7 de enero de 2024)

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CONSULTORIO BÍBLICO

Quique Fernández

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¿ES LO MISMO HACER PROSELITISMO QUE EVANGELIZAR?

En múltiples ocasiones el Papa Francisco nos ha prevenido contra el proselitismo. Y en tantas mismas veces se han levantado voces preguntándose, e incluso quejándose, contra esos pronunciamientos del Papa. Algunos de ellos confrontan las palabras del Papa con las del Evangelio de Mateo: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19).

Es evidente que el envío del Señor es a evangelizar. Entonces… ¿por qué no es cristiano hacer proselitismo? O, desde otra formulación, ¿acaso no es lo mismo evangelizar y hacer proselitismo?

Ahí está realmente la pregunta y, a la vez, la diferencia clave. Resulta igual de evidente que si fuesen lo mismo el Papa Francisco no nos estaría previniendo contra el proselitismo. Es, por tanto, imprescindible entender ya no solo que no son lo mismo si no, además, entender cuáles son las diferencias.

Unas palabras del mismo Evangelio de Mateo nos pueden ayudar: “¡Ay de

vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un

prosélito, y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que

vosotros!” (Mt 23, 15)

No puede haber duda que Jesús, tal como hemos visto en Mt 28, 19, está

completamente a favor de evangelizar, de proponer e invitar a “prosélitos”. Pero

el proselitismo no es lo mismo. De igual forma que no es lo mismo el Islam que

el islamismo. La crítica de Jesús a los escribas y fariseos no es a “hacer

prosélitos” sino al modo de hacerlos. La fe, tal como decía San Juan Pablo II,

“se propone, no se impone”.

Un dato más para acabar. Esto que tanto dice el Papa Francisco no es original de él. Con una formulación casi idéntica lo dijo ya antes Benedicto XVI: “Nuestra fe no la imponemos a nadie. Semejante género de proselitismo es contrario al cristianismo” (10-9-2006) y “La Iglesia no hace proselitismo. Crece mucho más por "atracción"” (13-5-2007)

(publicado previamente en el semanario Catalunya Cristiana núm. 2289 de fecha 30 de julio de 2023)

 

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CONSULTORIO BÍBLICO

Quique Fernández

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¿POR QUÉ JESÚS TARDA TANTO EN IR A VER A SU AMIGO LÁZARO ENFERMO?

Es posible que alguna vez, ante el pasaje en el que Jesús devuelve la vida a Lázaro (Jn 11), nos hayamos preguntado por qué, una vez avisado Jesús que su amigo Lázaro está enfermo, en vez de ponerse presto y raudo en camino, se queda aun dos días más y llega cuando Lázaro ya lleva cuatro días sepultado.

Podemos, incluso, lanzarle el mismo reproche que la inquieta y quejosa Marta: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto” (v. 21). ¿Acaso no nos encontramos nosotros en situaciones tan graves y difíciles como esa? No somos diferentes de Marta…

Entonces, ¿por qué? Los judíos creían que el alma no se separaba del cuerpo hasta el tercer día. Si Jesús hubiese llegado más rápido y lo hubiese curado antes que se cumpliese el tercer día, se hubiera atribuido ese hecho a esa creencia judía y no al poder de Dios que se manifiesta en su Hijo Jesús.

El Cuarto Evangelio nos habla de signos en vez de milagros. Se podría, pues, decir que el milagro es lo que ocurre en un momento mientras que el signo es la manifestación de una verdad que va más allá de ese momento...

Y aun así, nos seguimos preguntando, como lo hacen algunos en este pasaje: “¿no podía impedir que Lázaro muriera?” (v 37). Y aquí cada uno de nosotros podría sustituir el nombre de Lázaro por el de alguno de nuestros seres queridos. ¿Es que acaso Jesús quiere, pero no puede? ¿O es que

puede, pero no quiere?

No será más bien que Jesús, que se abajó y asumió nuestra humanidad

(excepto en el pecado) no debe hacer desaparecer nuestra humanidad,

que solo puede encontrar su pleno sentido en comprender que

caminamos hacia nuestra Tierra prometida.

(publicado previamente en el semanario Catalunya Cristiana núm. 2272

de fecha 2 de abril de 2023)

 

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POR QUÉ DECIMOS QUE MARÍA ES MADRE DE DIOS?

Quique Fernández

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La respuesta más breve y directa a esta pregunta sería que María es Madre de Dios porque su hijo Jesús es Dios. O dicho en forma de silogismo, si María es madre de Jesús y Jesús es Dios, entonces María es Madre de Dios.

La maternidad divina de María, por tanto, se fundamenta bíblicamente en todos los textos en que se reconoce a Jesús como Hijo de Dios. Podemos fijarnos, por ejemplo, en los pasajes del Bautismo de Jesús o de la Transfiguración en el Monte Tabor. En ambos pasajes la voz de Dios confirma que Jesús es su Hijo amado.

Los Evangelios nos narran como María es la madre de Jesús y San Pablo en su Carta a los Gálatas nos dice: “Dios envió a su Hijo, nacido de mujer” (4, 4). La naturaleza humana de Jesús no es de “cartón-piedra”, sino que desde el primer momento, desde su Encarnación, su humanidad está profunda y

estrechamente vinculada a su Madre María.

Pero sí que es importante no hacer una confusión de planos: la maternidad

divina de María lo es respecto de la segunda persona de la Trinidad, Jesús, el

Hijo. Ni de la Escritura, ni de la Tradición, ni del Magisterio, se desprende en

ningún caso que la maternidad divina de María lo sea respecto de toda la

Santísima Trinidad.

La maternidad divina de María, además, da sentido a los otros dogmas

marianos. La Inmaculada Concepción y la Virginidad de María solo tienen

sentido al servicio de la maternidad divina. Podemos, por tanto, hablar de un cierto rango entre los dogmas marianos. Es por ello que la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, que celebramos el 1 de enero, debe ser vivida como la mayor de las fiestas marianas.

(publicado previamente en el semanario Catalunya Cristiana núm. 2258 de fecha 1 de enero de 2023)

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CONSULTORIO BÍBLICO

Quique Fernández

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¿PODEMOS IDENTIFICAR EL MOMENTO EN QUE JESÚS INSTITUYE LA IGLESIA?

Esta es una cuestión abierta, quizás más desde la eclesiología que desde el estudio bíblico. Y no porque los biblistas hayan encontrado la respuesta correcta y exacta sino más bien porque no acostumbra a ser uno de los temas de estudio y discusión entre los que se dedican a estudiar la Biblia. Porque, en definitiva, desde la exégesis no se desprende esa única respuesta que, desde otras instancias y disciplinas, se pudiera pretender.

Y, por otra parte, como cuestión abierta que es, encontramos una buena muestra de posibles respuestas que unos u otros en diferentes momentos han formulado. Veamos algunos ejemplos:

- La elección de los Doce, como el primero de los pasos al crear la pequeña pero primera comunidad.

- El primado de Pedro, aceptando la interpretación y traducción que se hace de las palabras de Jesús con estos dos binomios: roca-piedra y comunidad-Iglesia.

- La Última Cena, en que por primera vez la asamblea reunida celebra la Eucaristía. Esa asamblea es la Iglesia que camina y peregrina en la vida terrenal.

- Jesús en la Cruz, especialmente cuando hace entrega de su Madre al Discípulo Amado, que nos representa a sus seguidores, la Iglesia, como discípulos amados de Jesús.

No podemos obviar que los hay que defienden que Jesús no fundó la Iglesia e, incluso

, los hay que sostiene que Jesús no quiso fundarla.

Pero incluso los que creemos que sí lo quiso y sí lo hizo hemos de reconocer que no

podemos responder con exactitud respecto de un único momento fundacional. Quizá

 

porque pudiera ser que se trate más bien no de un solo momento sino de todo un

itinerario con varios momentos complementarios.

(publicado previamente en el semanario Catalunya Cristiana núm. 2251 de fecha 12

de noviembre de 2022)

 

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¿POR QUÉ LA LEY MOSAICA SIGNIFICÓ UN PROBLEMA PARA ALGUNAS DE LAS PRIMERAS COMUNIDADES CRISTIANAS?

Quique Fernández

Coordinador de Escuela de Animación Bíblica

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La concepción de Ley y de leyes que tenemos hoy no es la misma que en el Antiguo Testamento. De por sí tampoco era la misma para los primeros cristianos. Hay que decir que bajo el paraguas de “Ley” encontramos diferentes niveles que, recibiendo entonces una sola denominación hoy, recibirían varias.

El judaísmo otorga la denominación Ley al Decálogo, también a toda la Torá (nuestro Pentateuco) y, por tanto, a todas las leyes que se contienen en esos libros, incluidas las de culto y pureza. Nosotros hoy distinguimos entre la Ley, las leyes y la normativa o reglamentos que se vertebra a partir de las leyes. Sin aún hacer estas distinciones tan especializadas, sí podemos decir que las primeras comunidades cristianas distinguían, tal como podemos encontrar en los escritos de Pablo, entre Ley y leyes. Es decir, que no otorgaban el mismo valor al Decálogo que a las leyes cultuales contenidas, por ejemplo, en el Libro del Levítico.

Y, sin embargo, por palabras de Jesús sabemos que los fariseos se sabían muy bien la letra de cada una de esas leyes y las cargaban sobre el pueblo indiscriminadamente. Se sabían muy bien la letra, pero

nunca “pillaron” la música de misericordia. En palabras de Jesús, dirigidas a

escribas y fariseos, “¡qué bien violáis el mandamiento de Dios, para conservar a

vuestra tradición!” (Mc 7, 9. Y también “imponéis a los hombres cargas

intolerables” (Lc 11, 46)

No menos expeditivo con la vasta colección de normas será Pablo al decir: “lo

que era imposible a la ley, reducida a la impotencia” (Rm 8, 3). Y aún mucho

más tajante resultan estas otras palabras: “hemos quedado emancipados de la

ley, muertos a aquello que nos tenía aprisionados, de modo que sirvamos con espíritu nuevo y no con la letra vieja” (Rm 7, 6)

Sí, es verdad que las leyes de pureza que obligaban a los judíos varones a la circuncisión eran una carga muy pesada, pero sin pretender obviar ese tema, la realidad es que el conflicto entre el cristianismo y el sinfín de leyes judías es mucho más complejo y profundo.

(publicado previamente en el semanario Catalunya Cristiana núm. 2248 de fecha 23 de octubre de 2022)

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CONSULTORIO BÍBLICO

¿ERAN DE CLASE BAJA LOS PRIMEROS CRISTIANOS?

Quique Fernández

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Encontramos una base documental suficiente para responder afirmativamente a la pregunta. La lectura de los libros que componen el Nuevo Testamento nos muestra cómo en los inicios de la comunidad cristiana ésta estaba formada principalmente por ciudadanos de clases inferiores e, incluso, esclavos.

Pero, además, hay otros testimonios que así lo atestiguan. Es el caso de Celso, filósofo griego, que se mofa de una religión fundada por el hijo de una familia humilde y que de entrada recluta a unos pescadores. También Taciano habla de una religión de pobres insignificantes alejados del poder y la riqueza.

Sin embargo, menos de un siglo después, Plinio el joven informa a Trajano que entre los cristianos se encuentran fieles de toda condición, incluidos ciudadanos romanos. ¿Qué ha pasado? Hamman en su “La vida cotidiana de los primeros cristianos” (Palabra 1985) nos ofrece una interesante clave sobre esa transformación: “La fe nivela las clases y elimina las distinciones sociales. Todos se aúnan en la elección común y personal, que les lleva a llamarse con toda verdad «hermano» y «hermana»”

La fe cristiana va a ir acompañada de una praxis solidaria en que no solo se va a

proponer un amor “espiritual” sino que se va a alentar a compartir y, así, redistribuir los

bienes materiales. Recordemos, por ejemplo, el “tenían todo en común” que aparece

en los sumarios de Hechos de los Apóstoles 2 y 4. O el suceso con Ananías y Safira

del capítulo 5 del mismo libro.

Las siguientes palabras de Pablo son muy claras respecto de como debe ser esa

relevante transformación de la primera comunidad: «Todos los que habéis sido

bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo. Ya no hay judío ni griego, esclavo

ni libre, hombre ni mujer: todos sois uno en Jesucristo» (Gal 3,27-28; cf. Col 3,11).

(publicado previamente en el semanario Catalunya Cristiana núm. 2237 de fecha 7 de

agosto de 2022)

 

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¿LA ARQUEOLOGÍA NOS PUEDE AYUDAR A CONOCER EL MUNDO DE LA BIBLIA?

Quique Fernández

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La arqueología, al igual que los avances en otras ciencias lingüísticas y sociales, han permitido un salto cualitativo importante en el conocimiento e interpretación de la Biblia.

Se han designado, a lo largo de la historia cristiana, como “Quinto Evangelio” a Tierra Santa. Sin duda esta importante denominación tiene mucho que ver con toda la investigación arqueológica que nos confirma y nos matiza los datos ya conocidos y, además, nos descubre nuevos datos.

Pues bien, la arqueología nos descubre no solo datos en Tierra Santa referentes al Evangelio, sino que lo hace también en toda Asia Menor, en Egipto, en Europa, y se amplía así nuestro conocimiento también al Antiguo Testamento o a los otros libros del Nuevo Testamento.

El Cardenal Ravasi, eminente biblista, explica que nuevos datos aportados por la arqueología nos iluminan respecto del episodio de Jericó: los israelitas no encontraron murallas erguidas y, por tanto, las trompetas no derrumbaron nada ni se devastó la ciudad y a sus habitantes. Nos explica que seguramente los conflictos tribales en la zona ya se encargaron de derribar muros y de saquear la ciudad y las vidas. De por sí, el relato que encontramos en Josué 6, más que una batalla nos recuerda una procesión.

El ejemplo de Jericó nos sirve para agradecer a la arqueología (y a las otras ciencias) su aportación para alejarnos de una lectura fundamentalista y literalista de la Biblia.

Otro gran ejemplo y testimonio de esa estrecha y preciosa colaboración lo hallamos en los museos bíblicos. Basta acercarse a visitar los museos bíblicos de Montserrat o Tarragona para

comprender como la arqueología bíblica, impulsada por eminentes figuras

como el benedictino Padre Bonaventura Ubach, consiguen no solo

iluminar el conocimiento de la Biblia, sino que le otorgan una especial

visibilidad didáctica.

(publicado previamente en el semanario Catalunya Cristiana núm. 2245,

de fecha 2 de octubre de 2022)

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¿QUÉ NOS QUIERE MOSTRAR LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS?

Quique Fernández

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Para encontrar la clave de interpretación de este pasaje debemos observar su conjunto, no abordarlo como un islote sin conexiones fuera de él mismo. Concretamente, si echamos una mirada al capítulo anterior, nos encontramos con el famoso pasaje en el que Jesús pregunta a sus discípulos sobre lo que se dice de Él. Lo hace a dos niveles: primero, “¿quién dice la gente…?” y, después, “¿y vosotros quién decís que soy Yo?”.

Pues bien, ahora en este pasaje de la Transfiguración, estamos ante el tercer nivel, ese que en cursos de idiomas o en pantallas de videojuegos llamamos el nivel avanzado. Porque ahora yo no es la gente ni son los discípulos los que responden. En la Transfiguración es Dios Padre el que responde quién es Jesús, el Hijo de Dios.

Y es que estamos ante lo que llamamos una “teofanía”, es decir una manifestación de la gloria de Dios en su Hijo Jesús para mostrarnos que es Dios y hombre. Pero, ¡ojo!, no es Dios Padre ni su Hijo Jesús quienes necesitan de esta visión gloriosa. La necesitamos nosotros. Es más, en este acontecimiento encontramos una importante clave para nuestra vida de fe.

Dios se manifiesta en la humanidad de Jesús y desea manifestarse en nuestra condición humana. Por tanto, no debemos restar nada de nuestra condición humana para que Dios nos haga partícipes de su gracia. No se puede hacer al santo/a prescindiendo del hombre/mujer. Lo sobrenatural requiere en nosotros de lo natural, que Dios ha hecho bueno (Gn 1)

Junto a esta relevante clave encontramos otros aspectos reseñables:

- Jesús no es un “all star” que vive de una apariencia “fashion”. Al contrario, no quiere quedarse en lo superficial, y por tanto el Padre nos dirá “escuchadle”, es decir, permitamos que entre en nuestras vidas y otorguémosle un lugar y un tiempo privilegiados.

- Resulta curioso que, de repente, desaparezcan Moisés y Elías. Jesús se convierte en el centro de nuestra mirada para convertirse en el único centro de nuestra vida. Es, además, una muy buena “pista” para que nuestra vida de fe y de comunidad no se quede “anclada” en el pasado.

- La propuesta de Pedro tiene una doble lectura. Por un lado, el “hacer tres tiendas” es una clara referencia a la fiesta judía de los Tabernáculos (o de las Tiendas). Conlleva, pues, el simbolismo de anclarse en el judaísmo.

- Por otro lado, también denota una cierta búsqueda de

una expresión “gloriosa” de la religión, que se aleja de la

verdadera Gloria de Dios porque pretende esa gloria desde

un atajo cómodo sin pasar por la Cruz.

- Y resulta muy interesante el que les ordene que no

cuenten a nadie lo que han visto hasta después de la

Resurrección. Solo desde el acontecimiento Pascual

podremos entender, todo cobrará sentido, y la aparente

derrota será victoria definitiva

(publicado previamente en el semanario Catalunya Cristiana núms. 2241 y 2242 de fechas 4 y 11 de septiembre de 2022

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CONSULTORIO BÍBLICO

¿LLEGÓ SAN PABLO A TARRACO O A OTROS LUGARES DE HISPANIA?

Quique Fernández

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Partimos de las palabras del mismo Pablo en su Carta a los Romanos. En ella muestra su intención de visitar en misión Hispania: “Cuando me dirija a Hispania” (15, 24); “Partiré para Hispania” (15, 28). Ya tenemos, pues, de entrada, la clara intención de Pablo.

Hay que añadir a esa fuente otras, quizá menos directas pero sí relevantes, como pueden ser el Apócrifo de Pedro, la Carta a los Corintios del Papa Clemente o el Fragmento de Muratori, que señalan en esa dirección.

Más recientemente debemos destacar dos congresos celebrados en Tarragona, “Pablo y Fructuoso. El cristianismo antiguo en Tarraco” (2008) y “Los últimos años de la vida de Pablo” (2013), en los que eminentes teólogos e historiadores europeos y americanos han concluido que existen huellas convincentes de la visita de San Pablo a Tarraco.

Si consultamos el libro “La Tarraco de los Primeros Cristianos” (2014) del Dr. Andreu Muñoz Melgar, historiador, arqueólogo y director del Museu Bíblic Tarraconense, junto al reconocimiento, desde la honradez intelectual que le caracteriza, de “no hallar ninguna evidencia material”, también nos aporta valiosos argumentos de “conexión empática” entre San Pablo y Tarraco (una de las huellas que antes he citado) y la valoración de “altamente probable” que ello sucediera.

Sin querer entrar en “competitividades históricas” entre lugares, no se descarta que Pablo

también misionase en la Bética (sur de Hispania). Pero se concibe como algo más difícil

debido a que se estima que Pablo pudo estar en Tarraco exiliado y, por tanto, con ciertas

limitaciones para viajar.

Lo que sí es evidente, cabe repetir, es que en la comunidad cristiana de Tarragona se

vive intensamente la huella de la influencia de Pablo.

(publicado previamente en el semanario Catalunya Cristiana núm. 2234 de fecha 17 de

junio de 2022)

 

 

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¿CUÁNDO Y COMO SE DECIDIO CUÁLES ERAN EVANGÉLICOS CANÓNICOS?

Quique Fernández

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Cuando hablamos de Evangelios canónicos nos referimos a los tres evangelios sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas) y al conocido como Cuarto Evangelio (Juan). La denominación “canónico” sirve, además, para distinguirlo de otros 70 evangelios considerados apócrifos y a los que no se les ha otorgado la canonicidad.

Pero, ¿qué quiere decir que sean “canónicos”? Se otorga la canonicidad a los evangelios sobre los que no se tiene ninguna duda o reserva de que han sido inspirados por Dios y, por tanto, forman parte del corpus bíblico para ser ofrecidos a la comunidad de fieles.

Ello no quiere decir que los evangelios apócrifos no puedan presentar elementos ciertos, pero junto a ellos encontramos otros dudosos, incluso falsos e incompatibles con la verdad revelada en los evangelios canónicos. También encontramos evangelios apócrifos que nos han llegado fragmentados y muy incompletos.

El fragmento Muratoriano (hacia 170) y la Adversus haereses de Ireneo de Lyon (hacia el 185) nos muestran ya la elección de los cuatro evangelios canónicos. El Concilio de Florencia (1451) redactó una lista de los libros canónicos de la Biblia, incluyendo estos cuatro evangelios, pero ante las objeciones que Lutero presentó respecto de algunos libros, el Concilio de Trento (1546) como respuesta confirmó la lista del Concilio de Florencia.

Una adición interesante es la que el Concilio Vaticano I (1870) aprobó incorporando unos textos que pese a no encontrarse en los primeros manuscritos sí que ya aparecían en la edición Vulgata (Mc 16, 9-20; Lc 2, 19b-20.43-44; Jn 7, 53-8, 11)

Pero sin duda, los dos aspectos más importantes que han mostrado la

cierta elección y consolidación del canon respecto de los evangelios es

, por una parte, la canonicidad que se otorgan los evangelios entre ellos

y, por otra, la práctica orante y celebrativa de la Iglesia desde los

tiempos de las primeras comunidades.

(publicado previamente en el semanario Catalunya Cristiana núm. 2231

de fecha 26 de junio de 2022)

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¿PODEMOS SABER POR EL NUEVO TESTAMENTO COMO ERA LA FAMILIA EN ISRAEL EN TIEMPOS DE JESÚS?

Quique Fernández

En el capítulo 1 del Evangelio de Lucas ya se nos muestra lo fuertes que son los vínculos familiares en el Pueblo de Israel. María, ya embarazada de Jesús, se va a visitar, es decir, a servir a su prima Isabel. Sabiendo que el viaje era pesado, incluso peligroso, se podría aducir que María tenía más que sobrados motivos para excusar ese servicio. Y sin embargo, son tan fuertes esos vínculos que María no deja de hacer lo que sabe que se debe hacer por una prima.

Jesús nos va a transmitir las verdades teológicas desde imágenes familiares: por Jesús conocemos que Dios es el padre de todos (Mt 5,16.45.48; 6,1.4.6.8.9. 15), y, por tanto, que todos somos hermanos (Mt 23,8-9), o que Dios es un padre que ama y perdona con una rica y constante misericordia (Lc 15,20-32). También su misión se desarrollará en el ámbitos de una importante presencia familiar. Sirva como muestra que empieza su vida pública en las fiestas de una boda en Caná (Jn 2, 1-11), acontecimiento familiar que, además, aparecerá en varias parábolas como la de los invitados a la boda (Mt 22,1-14) o la de las vírgenes prudentes y las necias (Mt 25,1-13).

Pero no solo aparecen los aspectos familiares positivos y festivos. El Evangelio también presenta la denuncia de las situaciones de injusticia vinculadas a la familia. Un buen ejemplo de ello será la respuesta que Jesús dará a la pregunta supersticiosa: “Le preguntaron sus discípulos: «Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?» Respondió Jesús: «Ni él pecó ni sus padres" (Jn 9, 2-3). Otros ejemplos

de la denuncia de la concepción distorsionada de la familia será cuando

Jesús sentencia “deja que los muertos entierren a sus muertos” (Mt 8, 22)

o cuando responde de forma categórica que “mi madre y mis hermanos

son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican” (Lc 8, 21)

Jesús presenta un modelo de familia que no sea un simple “compartir”

egoísmos sino un espacio abierto a la misericordia y de encuentro con la

solidaridad. Será en el Libro de los Hechos de los Apóstoles y en las

Cartas del Nuevo Testamento donde podemos encontrar ejemplos

concretos de familias y hogares a imagen del Reino de Dios.

(publicado previamente en el semanario Catalunya Cristiana núm. 2226 de fecha 22 de mayo de 2022)

 

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¿POR QUÉ LOS EVANGELIOS NO EXPLICAN LA MANERA COMO TIENE LUGAR LA RESURRECCIÓN?

Quique Fernández

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Coordinador de Escuela de Animación Bíblica

Si explicar la manera en que algo ocurre es entender todos los entresijos sustanciales y técnicos… la Resurrección de Jesús supera toda comprensión. Decimos que es un misterio, no porque se nos esconda, que no lo hace, al contrario, Jesús se aparece y se muestra como Resucitado, sino que es un misterio porque supera nuestras capacidades y, por tanto, nos asombra.

Cuando se produce un enamoramiento entre dos personas, ¿alguien se pregunta qué es lo que ha ocurrido científicamente o lo importante es lo que se siente, se vive, se experimenta?

María Magdalena encontró la piedra removida, Juan entrevió la sábana vacía, Pedro vio el sepulcro vacío. María Magdalena y Juan comprendieron que algo había pasado. Pero fue con Pedro, con la Iglesia, que se confirma e interpreta qué es lo que ha sucedido: resucitó tal como nos dijo. La Resurrección debe, pues, ser leída en clave de comunión eclesial. Así se puede explicar el significado que Juan esperará la llegada de Pedro al sepulcro.

Por tanto, nunca un vacío llenó tanto, o nunca un silencio dijo tanto. El sepulcro vacío habla. O, mejor dicho, se hace eco de la promesa de Jesús que es la culminación, el cumplimiento, de la promesa de Alianza de Dios para con sus hijos, con su Pueblo.

No estamos, pues, ante un fenómeno mágico sino un hecho real, histórico pero que a la vez trasciende nuestra dimensión histórica, y que los testigos que lo experimentan lo comparten. Es lo que, por ejemplo, hace San Pablo cuando dice a en la Primera Carta a los Corintios: “¿Acaso no he visto yo a Jesús, Señor nuestro?” (9, 1).

La mejor explicación, la más necesaria para nuestro caminar en la fe, será la consecuencia, la

experiencia transformadora, que vivirá la primera comunidad, que encontramos en el Libro de

los Hechos de los Apóstoles, lectura que proclamamos durante la Pascua. La vida de la

comunidad, el “mirad como se aman”, la esperanza que disipa las tinieblas, es la más grande

prueba de que Jesús vive.

(publicado previamente en el semanario Catalunya Cristiana, en el número 2223 de fecha 1 de

mayo de 2022)

 

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Mateo 16, 28: "Os aseguro que algunos de los que están aquí, no morirán sin haber visto al Hijo del hombre viniendo en su reino." ¿Existe alguna explicación bíblica, filosófica o teológica para estas palabras?

Quique Fernández

Coordinador de Escuela de Animación Bíblica

El versículo sobre el que nos preguntamos presenta una cierta dificultad en la comprensión de su intención. Tanto es así que un buen número de exegetas dejan constancia en sus comentarios de tal dificultad.

La gran pregunta es a qué, o mejor aún “a cuándo”, se refiere Jesús al decir “al Hijo del hombre viniendo en su reino”. Esa manifestación plena de la gloria de Dios se puede entender que se refiere a su Transfiguración o a su Resurrección. Quizá esas dos posibilidades sean las más evidentes, pero no son las únicas.

Sin embargo, hay un dato que, a modo de pista, nos inclina a otorgar más posibilidades a la Transfiguración. El versículo que hoy nos ocupa es el último del capítulo 16 del Evangelio según San Mateo. Pues bien, el capítulo siguiente se inicia con las palabras “seis días después” y se nos narra el acontecimiento de la Transfiguración.

¿Casualidad? La proximidad en el tiempo es, sin duda, un dato relevante. Y el saber que los evangelistas siempre “hilan fino”, que nada en el Evangelio puede ser tomado como casualidad, nos llevan a vincular estrechamente las palabras de Jesús en Mt 16, 28 con el episodio narrado al inicio de Mt 17.

Aún más, parece corroborarlo San Pedro cuando dice “fuimos testigos oculares de su majestad” (2 Pe 1, 16). Efectivamente, en el Monte Tabor los apóstoles Pedro, Santiago y Juan contemplaron una imagen del Hijo de Dios.

Así, por tanto, de la misma manera que conocemos bien que Jesús anunció a sus apóstoles su Pasión y Muerte, y así como también les anunció su Resurrección, parece que podemos convenir que Jesús les anunciaba la manifestación de su condición divina en la Transfiguración, otorgando, pues, a este hecho una importancia manifiesta.

(publicado previamente en el semanario Catalunya Cristiana)

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CONSULTORIO BÍBLICO

¿QUÉ HAY DETRÁS DEL SIGNO DE CONVERTIR EL AGUA EN VINO EN LAS BODAS DE CANÁ?

Quique Fernández

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En el Evangelio de Juan los milagros son llamados signos. Es un término de mayor alcance porque con ello se quiere significar que no solo ocurre un hecho puntual, momentáneo, con día y hora, sino que ese signo pretende exponer un contenido con vocación de arraigar en los seguidores de Jesús.

Es, por tanto, el primer signo. Y este Evangelio lo coloca de inicio. Recordemos que el Prólogo de este Evangelio es un añadido posterior y que no se nos narran relatos de la infancia. Así pues, se introducen en unos versículos del capítulo 1 dos previas necesarias como son el Bautismo de Jesús y la llamada de los primeros discípulos, y de ahí ya pasamos a ese primer signo.

Es un primer signo enormemente relevante porque viene a decir, ya desde el inicio, que Jesús nos ofrece una novedad importante, tanto que es "rompedora" con el ritualismo judío. Por tanto, la intención es dejar claro desde el primer momento un cambio de paradigma.

¿Y cuál es ese cambio de paradigma? Fijémonos en que Jesús va a utilizar para su signo las tinajas que iban a servir para el agua de las purificaciones, un claro exponente del ritualismo judío. Y en lugar de esa agua las tinajas nos van a ofrecer vino, fiesta, gozo. Toda una declaración de intenciones de por dónde debe ir la celebración de la fe cristiana.

El gozo debe destacar por encima del rito porque el rito debe estar al servicio del gozo.

Y tanto es el gozo que quiere Jesús para nosotros, que va a convertir nada

menos que seis tinajas de cien litros cada una. ¡Seiscientos litros! ¡Qué

barbaridad! Es que Jesús quiere que nuestra fiesta dure eternamente.

Todo este pasaje nos debe hacer pensar si nuestras celebraciones de la fe

son realmente gozosas. Si nos dejamos transformar de agua ritual a vino de

fiesta.

(publicado previamente en el semanario Catalunya Cristiana núm. 2216 de

fecha 13 de marzo de 2022)

 

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CONSULTORIO BÍBLICO

¿POR QUÉ EN EL ANTIGUO TESTAMENTO DIOS ES RETICENTE A UNA MONARQUÍA PARA ISRAEL?

Quique Fernández

Coordinador de Escuela de Animación Bíblica

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Hace unos pocos días, el viernes de la III semana del Tiempo Ordinario, se proclamó en Misa la lectura de 2 Samuel 11, en el que se nos narra como el Rey David, encaprichado con Betsabé, esposa de su general Urías, hace abuso de su poder, comete adulterio y, para tapar su pecado, manda poner a Urías en primera línea de batalla para que le maten.

Ese relato, ya de por sí, responde bastante a la pregunta que estamos tratando. Con actuaciones como ésta y la de otros reyes, como antes Saúl o después Salomón, no nos debe extrañar sino que, al contrario, podemos entender mejor las razones de Dios.

Si echamos la vista atrás podemos encontrar el 1 Samuel 8 las razones de Dios para objetar sobre la monarquía. En diálogo con Samuel, Yahveh le dice: “Porque no te han rechazado a ti, me han rechazado a mí, para que no reine sobre ellos” (v. 7) Es decir, que el problema no es tanto el querer un rey como el que se pretenda una autoridad diferente de la de Dios. Rechazaban a Dios como “rey” y no aceptaban que su emisario fuese un profeta como Samuel.

Dios solicita a Samuel que advierta a Israel de lo que les espera confiando el poder a un rey: “Tomará vuestros hijos y los destinará a sus carros y a sus caballos y tendrán que correr delante de su carro (…)

Tomará vuestras hijas para perfumistas, cocineras y panaderas (…) Vosotros mismos

seréis sus esclavos” (v.11-18). Pareciera que son motivos más que suficientes… pero el

pueblo no quiso escuchar a Dios.

Recordemos que en esa misma línea están las palabras de Jesús a sus discípulos:

“Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes

las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a

ser grande entre vosotros, será vuestro servidor”. (Mt 20, 25-26)

Dios, tanto por boca de Samuel como por boca de su Hijo Jesús, nos indica que el camino

no es el poder sino el servicio. Por tanto, que debemos estar atentos a no permitir que el

poder oprima y, especialmente, a no ser nosotros parte de los opresores.

(publicado previamente en el semanario Catalunya Cristiana núm. 2212 de fecha 13 de

febrero de 2022)

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CONSULTORIO BÍBLICO

¿QUÉ QUIERE DECIR EL FAMOSO TÉRMINO “JUSTIFICACIÓN" EN SAN PABLO?

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Quique Fernández

Coordinador de Escuela de Animación Bíblica

Dice San Pablo: "Pensamos que el hombre es justificado por la fe, independientemente de las obras de la Ley" (Rm 3, 28). Pero… ¿qué quiere decir eso de “justificado”? Para poder entender su significado resultará muy útil echar una vista atrás a la vida de Saulo-Pablo.

Hasta el encuentro con Jesús Resucitado, Saulo consideraba, “las obras de la Ley” el contenido completo de la Torá, incluido el conjunto de normas rituales y cultuales: la circuncisión, la pureza ritual y alimentaria, la observancia del sábado… Pero a partir de ese encuentro transformador consideró que todos sus “méritos”, es decir sus obras de la Ley, eran “basura”.

La “justificación” según San Pablo es reconocer la iniciativa de Dios en la dinámica de la salvación. Una iniciativa que tiene su punto culmen en la encarnación de su Hijo Jesucristo, en su Pasión, Muerte y Resurrección. Las obras de la Ley dejan de ser, pues, el centro de exclusividad identitaria. Ya no hace falta ser judío, ser circuncidado, pues Dios justifica desde una fe con vocación universal.

Este tema fue una de las cuestiones de controversia entre el catolicismo y los cristianos reformados. Lutero entendió en algunos escritos de San Pablo, como por ejemplo en su Carta a los Gálatas

(2, 15-16), que no quedar justificado solo por las obras de la Ley suponía que se quedaba

justificado solo exclusivamente por la fe. Pero el catolicismo no entendía por las obras de la

Ley lo mismo que Lutero y, en ningún caso, concebía la fe como una “creencia” sino como

un seguimiento que acompaña la fe de actitudes y acciones: como dice la Carta de

Santiago, “la fe, si no tiene obras, está muerta” (2, 17)

Ello no obsta para que, recordemos la iniciativa divina, podamos decir con San Pablo que

"son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo

Jesús" (Rm 3, 24) o “tu gracia me basta” (2 Cor, 2-9).

(publicado previamente en el núm. 2200 del semanario Catalunya Cristiana de fecha 21 de

noviembre de 2021)

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CONSULTORIO BÍBLICO

SI EL CUERPO ES OBRA DE DIOS, ¿POR QUÉ SAN PABLO DICE QUE LA CARNE NO VALE PARA NADA?

Quique Fernández

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Coordinador de Escuela de Animación Bíblica

San Pablo a los Gálatas les dice que “la carne tiene apetencias contrarias al espíritu, y el espíritu contrarias a la carne” (5, 17). Estas palabras parece que confirman la contradicción que enunciamos en el título de esta consulta. Y, sin embargo, no todo lo que parece lo es.

En más de una ocasión he explicado en catequesis y predicaciones que el lenguaje se presta en ocasiones a ambigüedades que acaban entendiéndose mal y convenciéndonos de lo que no es. Un ejemplo es cuando escuchamos de alguna carta de San Pablo las palabras “Ley” y “ley”. Sí, ya sé que parece que hable de una misma palabra y, sin embargo, estamos ante dos acepciones que en la lectura, al no distinguirse la mayúscula de la minúscula, nos puede arrastrar a la confusión.

¿Cuantas veces nos habremos preguntado “pero San Pablo” está o no favor de la Ley? Pero ese es otro tema, baste ahora con entender que la apariencia de la palabra oída no es suficiente. En un ejemplo mucho más actual y cotidiano, si decimos que la “tele” está mal, ¿me refiero a que la Televisión, es decir, el canal ofrece malos programas o estamos hablando que nuestro televisor, el aparato electrodoméstico, no funciona?

Cuando San Pablo habla de la “carne” no debemos entender el “cuerpo”, y muchísimo menos caer en la trampa del dualismo que separa cuerpo y espíritu hasta “descuartizar” a la persona. Como bien dice San Juan Pablo II, “Pablo piensa en la tensión que existe en el interior del hombre, precisamente en

su “corazón”.

Así pues, la carne de la que habla San Pablo se refiere a la concupiscencia de la

que habla en su Carta a los Efesios: “Viviendo conforme a nuestros deseos

carnales y satisfaciendo nuestra concupiscencia” (Ef 2, 3)

(publicado previamente en el semanario Catalunya Cristiana)

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CONSULTORIO BÍBLICO

¿PODEMOS SABER LA FECHA DEL NACIMIENTO DE JESÚS?

Quique Fernández

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Coordinador de Escuela de Animación Bíblica

De entrada nos es necesario partir de dos premisas. La primera es que los evangelistas no tuvieron la intencionalidad de escribir un texto científico, ni tan siquiera histórico, en el sentido más estricto del término.

La segunda se desprende de la anterior. Los evangelios contienen datos inexactos debido a que los que los escribieron no contaban con las fuentes de medición de espacio y tiempo con las que hoy sí contamos. Ellos, ya sabemos, eran más de “en tiempos de...” o “por aquellos días....”.

Por tanto, tomada la pregunta de forma estricta, diríamos que literal, la respuesta debiera ser un “no”. Pero si lo que pretendemos es un acercamiento, sin pontificar, sino aceptando que el estudio histórico de la Antiguedad permite hipótesis plausibles pero abiertas, entonces podremos decir algo más que ese “no”.

Por el Evangelio de Mateo conocemos que Jesús nació durante el reinado de Herodes (Mt 2, 1). Pero Flavio Josefo, nos presenta que Herodes murió hacia el año 4 a.C. ¿Un primer escollo? Sin duda, aunque algunos historiadores creen que Flavio Josefo se equivocó al situar la muerte de Herodes en torno a un eclipse lunar del año 4 a.C. y no del siguiente eclipse del año 1 a.C. Esa hipótesis haría plausible que Jesús naciera en torno al 2 a.C.

Por el evangelista Lucas conocemos que el nacimiento ocurrió durante el censo de Quirino, gobernador de Siria (Lc 2, 2). Sin embargo las fuentes históricas situan a Quirino como gobernador a partir del año 6 d.C. ¿Un segundo escollo aún más grande? Pudiera ser... aunque también los hay que defienden que Quirino fue gobernador en dos etapas y que la primera de ellas fue entre los años 12 a 2 a.C.

Y otro detalle más sobre el día y mes del año. En Roma se celebraba el 25 de diciembre el nacimiento del “Sol Invicto”. Fue seguramente el Papa Julio I (350 d.C.) quien propuso esa fecha para celebrar el nacimiento del verdadero Sol, el único que nunca se apagará y por tanto siempre será invicto, Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, el Redentor de la humanidad.

(publicado previamente en el núm. 2204 del semanario Catalunya Cristiana de fecha 19 de diciembre de 2021)

 

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¿POR QUÉ ES TAN IMPORTANTE LA FIGURA DE SAN PABLO?

Quique Fernández

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Coordinador de Escuela de Animación Bíblica

La enorme importancia de San Pablo para el cristianismo no puede resumirse en un solo aspecto. Para hacernos una idea de la dimensión que alcanza nos podrían servir de ejemplo dos expresiones: una del propio San Pablo, “Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí” (Ga 2,20); y otra de la Iglesia que le considera, junto a San Pedro, “columna de la Iglesia”.

Aun así, nos podemos atrever a presentar tres grandes conjuntos que engloban los muchos aspectos relevantes de San Pablo.

1. La Teología de San Pablo: el llamado Corpus Paulino, que a la vez que nos presenta la centralidad cristológica, también articula su determinante consecuencia eclesiológica. Basta fijarse en su explicación del Cuerpo de Cristo y de la diversidad e importancia de todos sus miembros (1 Cor 12)

2. La Misión de San Pablo: su vida y acción nos ayuda a ver que nuestra fe es universal. Algunos de los primeros cristianos, los llamados “judaizantes”, pretendían que el cristianismo fuese un subgrupo, secta o escisión del judaísmo y, por tanto, que ser judío fuese condición para ser cristiano. San Pablo entendió bien que la llamada a la salvación y santidad es para todos, más allá de su raza, nacionalidad o condición social.

3. La Sinodalidad de San Pablo: De los anteriores dos conjuntos, la Teología y la Misión, se desprende este tercer conjunto. San Pablo, convencido de la importancia de todos los miembros de la Iglesia, por diversos que sean, y entendiendo que todos son llamados a formar parte de ese Cuerpo, motiva la primera asamblea sinodal de la Iglesia, la Asamblea de Jerusalén (Hch 15) en la que se discutirá sobre la acogida en la Iglesia de los gentiles, es decir, de aquellos que no provienen del judaísmo. Pablo presenta lo que le dice el Espíritu; otras intervenciones, como la de Santiago, aportan más luz; y Pedro lo confirma como aquello que Cristo

quiere para su Iglesia. Todo un ejercicio de sinodalidad.

Y todo ello sin olvidarnos de otra de sus expresiones más significativas: “Si no tengo 

amor, no soy nada” (1 Cor 13)

(publicado previamente en el semanario Catalunya Cristiana núm. 2208 de fecha 16 de

enero de 2022)

 

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CONSULTORIO BÍBLICO

¿POR QUÉ JESÚS SE AUTODENOMINA "HIJO DEL HOMBRE"?

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Quique Fernández

Coordinador de Escuela de Animación Bíblica

Resulta inevitable preguntarse por qué discípulos y evangelistas, llaman a

Jesús “Hijo de Dios” y, en cambio, Él se autodenomina tantas veces, más

de ochenta entre los cuatro evangelios, “Hijo del hombre”. Cabe

preguntarse cual es el significado que encierra esa expresión y, en

consecuencia, cual es la intención del mismo Jesús.

Si bien encontramos el origen bíblico de esa expresión en el Libro de Daniel (7, 13-14) será en el Libro del Profeta Ezequías en el que encontramos por su profusión bien consolidada esa expresión. Y es que no son pocas las más de noventa veces que Dios nombra a Ezequiel “hijo del hombre”.

Tomando esa generosa muestra como referente, sin duda nos conduce a considerar que esas palabras en arameo (ben-adam), que señalan al primer hombre, habían reducido comunmente su significado a “hombre”, es decir, a todos los hombres como descendientes de ese primer hombre. Es posible entender que Jesús recuerda una y otra vez su condición humana compartida con toda la humanidad. Es muy probable que desde esa línea de significación se puedan entender palabras de Jesús como “Vino el Hijo del hombre, comiendo y bebiendo, y dicen: es un comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores” (Mt 11, 19).

Sin embargo, en la riqueza y complejidad que comporta siempre abordar la figura de Jesús, hay que señalar que el título “Hijo del hombre” también aparece acompañando un sentido mesiánico e, incluso, escatológico. Dos ejemplos de ello: “Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?” (Lc 1 8, y "Veo los cielos abiertos, y al Hijo de Hombre de pie a la derecha de Dios" (Hch 7, 55).

(publicado en el semanario Catalunya Cristiana núm. 2190, de fecha 12 de septiembre de 2021)

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CONSULTORIO BÍBLICO

QUÉ ES EL GNOSTICISMO Y EN QUÉ SE OPONE AL CRISTIANISMO

Quique Fernández

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Coordinador de Escuela de Animación Bíblica

El gnosticismo es un conjunto de creencias, que se inician a finales del siglo I, que sostienen que la salvación reside en el conocimiento, por lo que los iniciados se salvan, según ellos, no por la gracia de Dios y la redención de su Hijo Jesucristo, sino por su conocimiento privilegiado y superior de lo divino. Resulta de tal ambigüedad que, en el fondo, no se acaba nunca de saber bien lo que se dice y se cree.

Varios son los aspectos que separan gravemente al gnosticismo del cristianismo. De entre los más destacables su dualismo o separación radical cuerpo-alma y su pretensión de una existencia de “dioses” enfrentados. También pretende que la salvación está reservada a una élite de escogidos. Con el Evangelio en la mano, sabemos que el cristianismo es una llamada universal a la salvación. Fijémonos que el mandato de Jesús, “Id y predicad a todos los pueblos” (Mt 16,15), no hace acepción ni de pueblos ni de

personas, es una llamada a todos.

Pervierten el concepto “Misterio”, presentándolo como que Dios “esconde” algo a

la mayoría, cuando en realidad el Misterio es aquello que siendo tan grande que

no podemos abarcarlo en nuestro entendimiento plenamente, Dios nos ayuda

revelando en parte lo que sí podemos llegar a comprender. La Biblia no esconde

nada en los números, al contrario, con ellos ayuda a comprender mejor las

verdades de fe.

Aun así, se presenta con un envoltorio tan resultón que, como dirá San Ireneo,

“no es fácil descubrir el error por sí mismo, pues no lo presentan desnudo, ya que

entonces se comprendería, sino adornado con una máscara engañosa y

persuasiva; a tal punto que, aún cuando sea ridículo decirlo, hacen parecer su

discurso más verdadero que la verdad”.

(publicado en el semanario Catalunya Cristiana núm. 2184, de fecha 1 de agosto

de 2021)

 

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¿QUÉ QUIERE DECIR QUE LA BIBLIA ES PALABRA DE DIOS?

Quique Fernández

Coordinador de Escuela de Animación Bíblica

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El Dios de Israel ama y desea relacionarse con su pueblo y, por ello, se muestra un Dios cercano y accesible. Dios habla y sus palabras son de salvación: “He escuchado el clamor de mi pueblo... voy a liberarles” (Ex 3, 7-8). Dios cumple sus promesas, es un Dios que tiene palabra.

Dios pone su voz en la boca de patriarcas y profetas. Pero su Palabra culmen y plena es el Hijo encarnado, Jesucristo. Como dice la Carta a los Hebreos: "En estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo" (Hb 1, 2). Él es realmente la Palabra de Dios. Así lo presenta el prólogo del Cuarto Evangelio: “Y la Palabra se hizo Hombre” (Jn 1, 14)

La Escritura recoge y presenta la Historia de la Salvación como camino pedagógico hacia Jesucristo, la Palabra de Dios. La Biblia tienen sentido como Palabra de Dios porque prepara (AT) y presenta (NT) a Jesucristo.

Que la Biblia es Palabra de Dios también quiere decir que sus autores han recibido la inspiración divina. Ello de ningún modo puede ser entendido como que Dios ha movido las manos de los autores como marionetas, sino que el Espíritu de Dios ha derramado en ellos su inspiración y

dones para que desde su autoría, no ajena a su influencia sociocultural, fueran

transmisores de la revelación de Dios.

La Biblia es Palabra que requiere de escucha. Así, por tanto, ella es iniciadora de

diálogo y se convierte en el mejor libro de oración. Es la lectura orante de la

Palabra (Lectio Divina) una forma magnífica de vivir la Biblia como Palabra de

Dios.

La Iglesia vive de manera tan intensa que la Biblia es Palabra de Dios, que en

cada celebración está presente la Mesa de la Palabra, en la que se reparte la

Palabra “Pan de Vida” (Dei Verbum 21)

(publicado en el semanario Catalunya Cristiana núm. 2181, de fecha 11 de julio de 2021)

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CONSULTORIO BÍBLICO

¿QUÉ IMPORTANCIA TENÍA PARA JESÚS EL TEMPLO DE JERUSALÉN?

Quique Fernández

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Coordinador de Escuela de Animación Bíblica

En el Evangelio de la Infancia de Lucas, descubrimos como la Sagrada Familia es observante del culto judío: en la presentación del Niño en el Templo y en la peregrinación a Jerusalén (Lc 2,22-52). En ese episodio Jesús llama al Templo “la casa de mi Padre”.

Después en su predicación también estará muy presente: Jesús enseña sobre la reconciliación antes de llevar la ofrenda al altar (Mt 5,22-24), cuando se fija en la viuda del óbolo (Mc 12,41-44; Lc 21,1-4), o al contar la Parábola del Fariseo y el Publicano (Lc 18,9-14). Un denominador común de todo ello es que Jesús muestra que la Misericordia y la Bondad siempre pasan por delante del culto y el rito.

Jesús oraba y enseñaba en el Templo (o muy cerca de él) pero denunciaba el culto vacío, el ritualismo externo. Se puede decir que más que denunciar al Templo a quien denuncia es a las autoridades del Templo que han permitido, incluso, convertirlo en una “cueva de ladrones”. Es en ese pasaje de la expulsión de los mercaderes del Templo, que Jesús lo llama “mi casa” (Mc 11,17). Resulta interesante como el evangelista Marcos sitúa esa narración entre las dos mitades del episodio de la higuera seca (Mc 11,12-14.20-21) favoreciendo el paralelismo entre la higuera y el templo. Por todo ello los sumos sacerdotes del templo confabularon para matarle (Mc 11,18)

Jesús proclamará "yo destruiré este templo... y en tres días edificaré otro " (Mc 14,58). Ese otro templo es Él mismo resucitado, Él es la ofrenda que lejos de solo ser visible para una élite ahora será elevado para todos y repartido en cada Eucaristía. Porque “ha llegado la hora de adorar a Dios en espíritu y verdad” (Jn 4,23)

(publicado en el semanario Catalunya Cristiana núm. 2187, de fecha 22 de agosto de 2021)

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DAD AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR Y A DIOS LO QUE ES DE DIOS

Estas palabras de Jesús, leídas de forma literal, muchas veces han sido utilizadas para justificar abusos de poder. Y, sin embargo, esa interpretación literal no acaba de cuadrar con estas otras palabras de Jesús: “Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder” (Mc 10, 42). Incluso en el Evangelio de Lucas dice que se hacen llamar “bienhechores” (Lc 22, 25)

En realidad estamos ante la respuesta que Jesús dará al intento de ponerle una trampa. Lo explica muy claramente el texto del evangelio: “… para cazarle… sabemos que eres sincero… ¿es lícito pagar?” (Mc 12). No será la única vez que lo intenten. Otro buen ejemplo es el pasaje conocido como “La mujer adúltera” (Jn 8, 1-11). Jesús, antes de la conocida respuesta, les va a llamar, como en otras ocasiones, “hipócritas”.

Pero abordemos la respuesta “dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”. Para ello vamos a tratarlo a modo de ecuación (o silogismo condicional):
¿Qué es de Dios? Desde la fe solo podemos responder: ¡Todo!
Si todo es de Dios… ¿qué es del César? ¡Nada!

Del César no es nada, o mejor dicho, todo lo que el César pueda recibir para administrar es de Dios. Solo en esa dinámica de reconocimiento de Dios, y desde los criterios de bondad y misericordia, se puede legitimar la acción de gobierno, incluida su recaudación de impuestos.

Jesús, por tanto, no legitimó ninguna opresión. Eso lo entendieron tan bien sus discípulos que Pedro dirá “hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch 5, 29).

Quique Fernández
Coordinador de Escuela de Animación Bíblica

(publicado en el Semanario Catalunya Cristiana núm. 2178, de fecha 14 de junio de 2021)

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