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LO SOCIAL DESDE LA BIBLIA

Mn Pere Pardo, DP

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NOÉ, ABRAHAM Y MOISÉS:

NEGOCIANTES DE LA SALVACIÓN

A veces escuchar los signos del tiempo es una cuestión de tener los ojos muy abiertos y dejar que las cosas de nuestro entorno nos impresionen como lo hace la luz en una cámara fotográfica encima de la película (me doy cuenta de que mis estudios de fotografía ahora quedan relegados a una minoría… Tengo bastantes lunas…).

Quería hablar en concreto de Moisés y su capacidad de “negociar” con el Faraón, pero al meditar sobre ello, me he dado cuenta que toda la historia de la salvación es como una negociación en donde el hombre siempre quiere ablandar el corazón de Dios y rebajar al máximo las exigencias para poderse salvar. Y hay que decir que a final lo consigue… Dios manda a su propio hijo para que “negocie” contra Él y así darnos una filiación divina para toda la humanidad.

Para mi, y a medida que me convierto en un aprendiz de la Sagrada Escritura, me enamoro más de estos tres patriarcas. Es curioso porqué también son los más lejanos en el tiempo pero se convierten en los más cercanos…

Mirad, Noé: cuando la Arca queda encallada en el fin del diluvio, Noé construyó un altar y ofreció un holocausto al Señor y dice: “Cuando al Señor le llegó aquel olor tan agradable, dijo: “Nunca más volveré a maldecir la tierra por culpa del hombre, porque el hombre, desde joven, solo piensa en hacer lo malo. Tampoco volveré a destruir a todos los animales, como hice esta vez.” (Gn 8, 21). Noé sabe muy bien lo que tiene que hacer para que nunca más los hombres y mujeres sufran un diluvio. Nadie se lo pide, no hay ninguna norma escrita pero sabe que tiene que ablandar el corazón de Dios porque la humanidad volverá a pecar aunque sus intenciones no sean estas.

Más adelante nos encontramos con Abraham. ¡Que bonito es el fragmento de Génesis 18, 16-33! Dios va a destruir Sodoma y Gomorra. Ya no puede enviar un diluvio. Hizo una alianza con Noé y con toda la humanidad, pero si que puede destruir a una ciudad o territorio, pero entonces Abraham empieza a negociar con Dios… Si hay 50 inocentes, ¿Vas a destruir las ciudades? Y así sucesivamente hasta llegar a 10 inocentes con palabras tan dulces como: “–Por favor, mi Señor, no te enojes conmigo: hablaré tan sólo esta vez y no volveré a molestarte: ¿qué harás, en caso de encontrar únicamente diez? (Gn 18, 32) El problema es que al final Dios no encuentra ni a diez inocentes.

Al final, nos queda Moisés. Cuando pienso en él no puedo dejar de pensar en el film "Los Diez mandamientos" con Charlton Heston y Yul Brinner. Pero creo que el Moisés real no era como el de Charlton Heston, debía estar lleno de miedo, inseguro, dando instrucciones a Aaron para que hablase y sobre todo pensando lo bien que vivía con su mujer en las montañas. Pero él, junto a su hermano, iba a ver el Faraón a pedirle que dejara marchar al pueblo judío. A cada “No” del Faraón, una plaga y la tensión no dejaba de subir y subir. Moisés insiste al corazón del Faraón pero este no escucha y tiene un corazón de piedra. Al final con el último "No", con la Pascua, mueren todos los primogénitos de Egipto (Ex 12, 29-36) y el Faraón derrotado, deja marchar al pueblo judío. Es bonito si lo leemos en clave del Nuevo Testamento, pero sino, nos podemos sentir llenos de miedo delante de un Dios que no tiene misericordia de los inocentes de Egipto.

Mirad, en la Doctrina Social de la Iglesia encontramos espacios donde se habla de la enorme responsabilidad de los que tienen responsabilidades sobre las armas (Gaudium et Spes 80; CIC 2314) pero constantemente nos pide que seamos capaces de llegar a acuerdos, de negociar delante una situación bélicas, delante de conflictos, de desacuerdos… El Papa Pio XII en su mensaje radiofónico del 24 de diciembre de 1945 dijo “Para consolidar la primicia del derecho, prevalece el principio de confianza reciproca. Desde esta perspectiva, los instrumentos normativos para la resolución pacifica de las controversias se tiene que repensar para así reforzar la obligatoriedad y el ámbito”

En la doctrina social de la Iglesia se llama constantemente al acuerdo, negociación, pacto, etc… para encontrar acuerdos que consigan una paz. No una paz sin conflictos. Una paz con amor. Una paz en donde el perdón y el acuerdo lleguen al corazón y no un equilibrio encima de un cuchillo afilado.

Hoy lo necesitamos más que nunca.

 

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LO SOCIAL DESDE LA BIBLIA

Mn Pere Pardo, DP

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ESCLAVITUD

Egipto esclaviza a todo un pueblo

¡Que tiempos aquellos que había esclavitud! Son cosas de la historia. Esta podría ser nuestra primera reacción cuando leamos el título. Otra muy frecuente es decirnos que esto ya no existe…. ¿Qué entendemos por esclavitud? ¿Un laguito y unas cadenas? ¿Trabajar sin cobrar? El diccionario de la Real Academia Española nos dice: «Sujeción excesiva por la cual se ve sometida una persona a otra, o a un trabajo u obligación.»

Si esta es su definición… ¿Hay alguien que pueda decir que hoy no hay esclavitud?

Ciertamente que la esclavitud con la que vivía el pueblo judío en Egipto clamó al cielo. Todo un pueblo al servicio de otro pueblo, hasta el punto de someterlo y querer eliminar a todos los varones (Éxodo 1, 1-21). Un pueblo maltratado y recibiendo las vejaciones más humillantes.

Esa esclavitud era horrible, pero ¿y ahora? Creo que la horrible trata de mujeres convertidas contra su voluntad en objetos sexuales también es esclavitud. También es esclavitud el tráfico de órganos, también lo son los niños utilizados como reclamo turístico, como soldados o como trabajadores. También es esclavitud el trabajo para el estado en centros de “reeducación de trabajo” para los disidentes, etc.…

La iglesia, hoy en día, con su doctrina social levanta su voz en contra de la esclavitud y la combate en todos los frentes posibles. La Iglesia se convierte, de esta manera, en la continuidad de la voz de Dios, nuestro creador, que clamaba contra la esclavitud del pueblo judío:

–Yo soy el Dios de tus antepasados. Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.

Moisés se cubrió la cara, pues tuvo miedo de mirar a Dios; pero el Señor siguió diciendo:

–Claramente he visto cómo sufre mi pueblo que está en Egipto. Los he oído quejarse por culpa de sus capataces, y sé muy bien lo que sufren. 8 Por eso he bajado, para salvarlos del poder de los egipcios; voy a sacarlos de ese país y voy a llevarlos a una tierra grande y buena, donde la leche y la miel corren como el agua. (Ex 3, 6-8)

Ese Dios que nos envía a todos los cristianos a luchar y denunciar cualquier tipo de esclavitud, sea del tipo que sea. A denunciar cualquier tipo de explotación de los más vulnerables de nuestra sociedad, de aquellos que son más indefenso

En varias ocasiones los Papa de la Iglesia, y en especial el Papa Francisco,

han denunciado la explotación cada año de miles y miles de hombres, mujeres

y niños como mano de obra, que se convierten en víctimas inocentes de la

explotación sexual, victimas del tráfico de órganos o sencillamente sobreviven

en condiciones de casi pobreza que les convierte en seres humanos de

segunda y siempre pendientes de una escasa ayuda que los mantiene en vida.

 

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JOSÉ: LA PROMOCIÓN

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Hoy nos toca hablar de otro aspecto de la historia de José. ¿Os acordáis de que José le dijo al Faraón? Le dice: «Ahora pues, aconsejo a Faraón que busque un hombre inteligente y sabio para ponerlo al frente de Egipto» (Gn 41, 34). El Faraón no lo dudó ni un momento en la palabra de José y al final, y estoy convencido de que esta no era la intención de José al darle el consejo, decidió que fuera José el que administraría todo el alimento sobrante de los siete años de abundancia para contrarrestar los siete años siguientes de hambruna.

El Faraón promocionó a José como el segundo hombre más importante del Reino. Le dio poder sobre todo el pueblo y él gestionó toda la situación buscando lo mejor para el pueblo. El Faraón no escatimo costes para poderle dar a José los mejores medios para que su promoción no fuera algo solamente material, sino que esos medios fueran algo que tuviese en consideración a la propia persona a nivel integral. La promoción de José tuvo una dimensión integral (no solamente fue el hombre con un gran poder material, sino también cuidó su poder espiritual) y con una dimensión solidaria de amor y respeto hacia el pueblo de Egipto y extranjeros, preocupándose que nadie muriese de hambre y dando esperanza a sus conciudadanos.

El Papa Juan Pablo II, en la carta encíclica Centesimus Annus (1991) nos habla de la «necesidad de aumentar efectivamente la dignidad y la creatividad de toda persona individual, la capacidad de responder a su propia vocación y, en este sentido, a la llamada que Dios hace en esta vocación». Es decir, que la promoción no significa un cambio de puesto en el engranaje del sistema productivo que no genera ni representa un plus en la dignidad humana, la promoción para los cristianos es una manera de poder vivir nuestra vocación como una auténtica llamada de Dios para colaborar en su tarea creativa.

La vocación no se trata de un cambio de puesto y de retribución económica. Significa un cambio de vida, un cambio de responsabilidad para con los demás y también para uno mismo. No se trata de una ostentación de riquezas, se trata de poder hacer posible que todo hombre o mujer puedan afirmar su dignidad como seres creados a imagen y semejanza a Dios (Carta encíclica Sollicitudo Rei Socialis, San Juan Pablo II, 1987)

Eso si, siempre me quedará la duda que pensó José cuando lo promocionaron… De entrada, a mi manera de ver, inicialmente parecía más un "marrón" (obligación molesta y pesada) que una promoción. Suerte que Dios sabe, mejor que nosotros, muy bien lo que hace y tenia sus planes…

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Mn Pere Pardo, DP

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JOSÉ: LAS SIETE VACAS HERMOSAS Y LAS SIETE VACAS FEAS

En los últimos capítulos del Génesis encontramos la historia de José. De pequeño me encantaba esta historia junto a la del Profeta Daniel con los leones o Sansón. Al final ganaban los buenos y después de sus sufrimientos el Señor los liberaba. Hoy día, aunque sigue estando en mi corazón ese niño, lo contemplo como un ejemplo que, aunque muchas veces nuestra vida esté llena de problemas y obstáculos, el Señor al final cumplirá su palabra de liberarnos.

Bueno, la historia de José es fantástica, pero yo no la voy a contar toda. Hoy quiero hacer referencia en la parte donde el Faraón tiene el sueño de las siete vacas hermosas y gordas; y las siete vacas feas y flacas (Gn 41, 1-36). José, después de interpretar el sueño le da un consejo al Faraón: “Ahora pues, aconsejo a Faraón que busque un hombre inteligente y sabio para ponerlo al frente de Egipto” (Gn 41, 34)

Aquí es donde podemos hablar de la responsabilidad que tienen los gobernantes en el momento de prepararse para los tiempos difíciles. Los que tienen responsabilidades políticas no deben olvidar o infravalorar la dimensión moral de su representación y deben tener un compromiso de compartir la suerte de todos sus conciudadanos y encontrar soluciones a los problemas sociales. Una gobernanza basada en no permitir ni una brizna de corrupción que distorsiona el rol de las instituciones, convirtiéndolas en una plataforma de beneficio personal cuando su principal función es la asumir el ejercicio del poder con espíritu de servicio (Juan Pablo II, Christifideles laici 42).

Como os decía al principio, el Faraón recoge el consejo de José y lo nombra. José pasa de esclavo a ser el segundo hombre más importante de Egipto. El bueno triunfa y mi corazón de niño se siente bien. Además, José ejercerá su poder al servicio de todo el pueblo Egipto. Nadie pasó hambre y hasta los pueblos de entorno fueron a comprar trigo a Egipto. José ejerció la gobernanza al servicio de las personas y no puso a las personas a su servicio…sin comentarios.

 

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Mn Pere Pardo, DP

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ABRAHAM Y LOT: CONFLICTO ENTRE TRABAJADORES

Hay en el Génesis un pasaje que siempre me ha llamado la atención. No sé si mi formación inicial tiene algo que ver o porqué, en el fondo, es una situación que casi todos la hemos vivido o la vivimos: La discusión entre los pastores de Abram – el padre Dios es excelso- (recordemos que no será llamado Abraham – padre de multitudes - hasta el capítulo 17 cuando Dios establece con él la alianza) y los pastores de Lot (Gn 13, 1-18).

Los rebaños de los dos son enormes y no hay suficientes recursos para poder vivir en el mismo país. Abram y Lot deciden separarse para buscar lo mejor para los dos y su gente. Podríamos decir que deciden colaborar entre ambos y luchar por la justicia social, por sus derechos, por el bien justo […]no es una lucha contra los otros.”1 Podríamos decir que aquí nacieron, sin ellos ser del todo conscientes, los sindicatos. Ay caramba!!!

Este es un pasaje claro de ejemplo de solidaridad entre los trabajadores y el papel fundamental que tienen los sindicatos en la construcción de una plataforma para defender los derechos vitales de los trabajadores. Una defensa, tal como nos indica la Doctrina Social de la Iglesia, justa, pero desde unas premisas fundamentales:

a. No se trata de una lucha de clases. Al contrario, son una plataforma de

solidaridad y de justicia, sabiéndose autorregular y ser conscientes de las

consecuencias de sus obras en relación con la perspectiva del bien común.

b. Una de las funciones del sindicato es la de representar y contribuir en la

organización del orden justo de la vida económica. Es decir que han de ser parte

activa en la labor del desarrollo económica y social y sobre todo, de la construcción

de un bien común universal.

Es decir, hemos de hacer lo que Abram y Lot: No se discutieron, no lucharon.

Cooperaron para buscar el bien común. Abram dejo a Lot escoger que tierra quería

para los suyos y él se marcharía por el otro camino. La tierra era lo suficientemente

rica para dar cobijo a todos.

¿No os suena de nada? ¿No ha sido nunca tan necesaria esta manera de ayudarse y cooperar? Nos queda mucho que aprender de los patriarcas.

 

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LO SOCIAL DESDE LA BIBLIA

Mn Pere Pardo, DP

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*Estrenamos esta nueva sección que, como su nombre indica, tratara sobre la cuestión social desde la luz de la Biblia

LA CREACIÓN: EL BIEN COMÚN

«Y Dios vio que todo estaba bien.»

El Bien Común fue definido en el Concilio Vaticano II en Gaudium et spes, 26 como “el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección”. Es decir, todo aquello que nos ayuda a vivir de acuerdo con la dignidad y realizarse como personas.

En el Génesis, ya desde el principio, nos encontramos con el Bien Común: en él encontramos una explicación de cómo se creó nuestro mundo de una forma simbólica, bella y armoniosa. Y al final de cada etapa de la creación (como si fueran unos fascículos) Dios contemplaba lo que había creado y lo consideraba que era correcto: “Y Dios vio que todo estaba bien”.

Podríamos decir que el Bien Común nace desde el mismo inicio de nuestras Sagradas Escrituras. En el relato de la creación vemos como Dios va creando el mundo con la finalidad de que podamos vivir todos en él con la mayor dignidad.

Pero ese Bien Común solamente es posible llevarlo a la plenitud si está estrechamente ligado a los demás, así que en una sociedad individualista, el Bien Común será un bien escaso. ¿Por qué? Porqué los individualistas no pueden conseguir esta plenitud en sí misma, sino que esta plenitud está estrechamente vinculada a los demás y en compartir con los demás. La Creación está al servicio de todos y de cada uno de nosotros, y hemos de ser capaces de ver las necesidades de aquellos que menos tienen, y si no somos capaces, nunca podremos contribuir en el Bien Común. Es decir, los intereses de unos pocos nunca pueden estar por encima de las necesidades de los demás y,sobre todo, de aquellos que tienen menos.

Dios nos entregó la creación para el Bien Común, ese bien que nos convierte a todos en hermanos y a todos responsables de colaborar, según nuestras própias capacidades, a ese Bien Común. Decia San Juan XXIII: «Todos los individuos y grupos tienen el deber de prestar su colaboración personal al bien común. De donde se sigue la conclusión fundamental de que todos ellos han de acomodar sus intereses a las necesidades de los demás.» (Pacem in terris n. 53)

«Y Dios vio que todo estaba bien.» Y estaba bien para todos.

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