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¿JACOB QUEDÓ REALMENTE BENDECIDO?

Quique Fernández

En el capítulo 27 del Génesis se nos relata cómo Isaac, sabedor que se encuentra en los últimos días de su vida, desea bendecir a su hijo Esaú, y para ello le solicita que salga a cazar y le cocine un guiso. Hasta ahí pareciera que todo es normal. Pero resulta que de esa escena ha sido testigo la esposa de Isaac y madre de Esaú, Rebeca, que siente una “descarada” preferencia por su otro hijo, Jacob. Tanta es esa preferencia que está dispuesta a perpetrar un engaño en favor de Jacob y, por tanto, en contra de Esaú.

Rebeca es la instigadora. Propone, o más bien empuja, a su hijo Jacob a mentir a Isaac, a

presentarse con un guiso, “disfrazado” de Esaú, ante su padre ciego, para que así sea Jacob

quien reciba la bendición de Isaac y, por tanto, de Dios.

Es verdad que Rebeca es la ideóloga del engaño, pero también es verdad que Jacob pone de su

parte, no se resiste demasiado a ejecutar las instrucciones de su madre, resultando que

finalmente

consuma el plan y recibe la bendición de Isaac.

Pero la pregunta inevitable que surge de este relato es: ¿quedó realmente bendecido Jacob?

Va a depender desde qué plano buscamos la respuesta. Habrá quién se planteé que el pecado de

Jacob le imposibilita para recibir la bendición y, por tanto, la anula. De este modo se concibe que

sólo debiera ser bendecido lo que ya es bendito. Y sin embargo, nos dice Jesús que Él no ha

venido para los que se consideran sanos, sino para los necesitados de misericordia, de sanación

de sus heridas.

Tal vez el gran error es considerar la bendición solo como el “premio de los buenos”. El error de

Rebeca, Jacob e, incluso, Isaac, es pensar que la bendición de uno, Esaú o Jacob, excluye a del

otro. Es una concepción reduccionista y equivocada de Dios. Él siempre está dispuesto a la

misericordia y el perdón, siempre dispuesto a bendecir a todos, todos, todos.

(publicado previamente en el semanario Catalunya Cristiana nº 2309 de fecha 7 de enero de 2024)

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¿LA ARQUEOLOGÍA NOS PUEDE AYUDAR A CONOCER EL MUNDO DE LA BIBLIA?

Quique Fernández

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La arqueología, al igual que los avances en otras ciencias lingüísticas y sociales, han permitido un salto cualitativo importante en el conocimiento e interpretación de la Biblia.

Se han designado, a lo largo de la historia cristiana, como “Quinto Evangelio” a Tierra Santa. Sin duda esta importante denominación tiene mucho que ver con toda la investigación arqueológica que nos confirma y nos matiza los datos ya conocidos y, además, nos descubre nuevos datos.

Pues bien, la arqueología nos descubre no solo datos en Tierra Santa referentes al Evangelio, sino que lo hace también en toda Asia Menor, en Egipto, en Europa, y se amplía así nuestro conocimiento también al Antiguo Testamento o a los otros libros del Nuevo Testamento.

El Cardenal Ravasi, eminente biblista, explica que nuevos datos aportados por la arqueología nos iluminan respecto del episodio de Jericó: los israelitas no encontraron murallas erguidas y, por tanto, las trompetas no derrumbaron nada ni se devastó la ciudad y a sus habitantes. Nos explica que seguramente los conflictos tribales en la zona ya se encargaron de derribar muros y de saquear la ciudad y las vidas. De por sí, el relato que encontramos en Josué 6, más que una batalla nos recuerda una procesión.

El ejemplo de Jericó nos sirve para agradecer a la arqueología (y a las otras ciencias) su aportación para alejarnos de una lectura fundamentalista y literalista de la Biblia.

Otro gran ejemplo y testimonio de esa estrecha y preciosa colaboración lo hallamos en los museos bíblicos. Basta acercarse a visitar los museos bíblicos de Montserrat o Tarragona para

comprender como la arqueología bíblica, impulsada por eminentes figuras

como el benedictino Padre Bonaventura Ubach, consiguen no solo

iluminar el conocimiento de la Biblia, sino que le otorgan una especial

visibilidad didáctica.

(publicado previamente en el semanario Catalunya Cristiana núm. 2245,

de fecha 2 de octubre de 2022)

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¿QUÉ NOS QUIERE MOSTRAR LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS?

Quique Fernández

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Para encontrar la clave de interpretación de este pasaje debemos observar su conjunto, no abordarlo como un islote sin conexiones fuera de él mismo. Concretamente, si echamos una mirada al capítulo anterior, nos encontramos con el famoso pasaje en el que Jesús pregunta a sus discípulos sobre lo que se dice de Él. Lo hace a dos niveles: primero, “¿quién dice la gente…?” y, después, “¿y vosotros quién decís que soy Yo?”.

Pues bien, ahora en este pasaje de la Transfiguración, estamos ante el tercer nivel, ese que en cursos de idiomas o en pantallas de videojuegos llamamos el nivel avanzado. Porque ahora yo no es la gente ni son los discípulos los que responden. En la Transfiguración es Dios Padre el que responde quién es Jesús, el Hijo de Dios.

Y es que estamos ante lo que llamamos una “teofanía”, es decir una manifestación de la gloria de Dios en su Hijo Jesús para mostrarnos que es Dios y hombre. Pero, ¡ojo!, no es Dios Padre ni su Hijo Jesús quienes necesitan de esta visión gloriosa. La necesitamos nosotros. Es más, en este acontecimiento encontramos una importante clave para nuestra vida de fe.

Dios se manifiesta en la humanidad de Jesús y desea manifestarse en nuestra condición humana. Por tanto, no debemos restar nada de nuestra condición humana para que Dios nos haga partícipes de su gracia. No se puede hacer al santo/a prescindiendo del hombre/mujer. Lo sobrenatural requiere en nosotros de lo natural, que Dios ha hecho bueno (Gn 1)

Junto a esta relevante clave encontramos otros aspectos reseñables:

- Jesús no es un “all star” que vive de una apariencia “fashion”. Al contrario, no quiere quedarse en lo superficial, y por tanto el Padre nos dirá “escuchadle”, es decir, permitamos que entre en nuestras vidas y otorguémosle un lugar y un tiempo privilegiados.

- Resulta curioso que, de repente, desaparezcan Moisés y Elías. Jesús se convierte en el centro de nuestra mirada para convertirse en el único centro de nuestra vida. Es, además, una muy buena “pista” para que nuestra vida de fe y de comunidad no se quede “anclada” en el pasado.

- La propuesta de Pedro tiene una doble lectura. Por un lado, el “hacer tres tiendas” es una clara referencia a la fiesta judía de los Tabernáculos (o de las Tiendas). Conlleva, pues, el simbolismo de anclarse en el judaísmo.

- Por otro lado, también denota una cierta búsqueda de

una expresión “gloriosa” de la religión, que se aleja de la

verdadera Gloria de Dios porque pretende esa gloria desde

un atajo cómodo sin pasar por la Cruz.

- Y resulta muy interesante el que les ordene que no

cuenten a nadie lo que han visto hasta después de la

Resurrección. Solo desde el acontecimiento Pascual

podremos entender, todo cobrará sentido, y la aparente

derrota será victoria definitiva

(publicado previamente en el semanario Catalunya Cristiana núms. 2241 y 2242 de fechas 4 y 11 de septiembre de 2022

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Biblia y Misión

BIBLIA Y MISIÓN

P. Toni Plaza, MSC

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VAYAN POR TODO EL MUNDO... TRAS LA PASCUA, LA MISIÓN

Ya hubo experiencia misionera con anterioridad (Mc 6, 7-13; Lc 9, 1-6) en la

que hubo un compartir posterior con Jesús para ver cómo había ido

(Mc 6, 30-31). Me da la sensación que los envíos misioneros después de la

experiencia del Resucitado (el Cristo de la fe; no con el Jesús histórico) son

diferentes. Ahora que estamos en pleno tiempo pascual y antes de la venida del

Espíritu Santo nos vendrá bien reflexionar sobre este punto: Pascua y Misión.

Parece que los envíos con el Jesús histórico son más como de “prueba”, “a ver

cómo nos va”, “cómo podemos ir orientando mejor nuestro compromiso a medida que vamos adquiriendo experiencia” … Por eso, el sentirse enviados sin descuidar un compartir posterior con el Maestro es fundamental para la Misión. Supuestamente, compartiendo con el que nos llama, podremos comprender mejor a qué nos ha llamado, cuál sería nuestra misión de por vida… Y si me apuran, distinguiría dos tipos de envío misionero después de haber tenido la experiencia del Crucificado, que queda orientada con el Resucitado y con Pentecostés. La escuela de la fe no es simple teoría es un testimonio de muerte, entrega, y Pascua, Resurrección, vida renovada.

Juan en su evangelio nos habla de una primera donación del Espíritu por parte del Resucitado antes de la increíble experiencia de Pentecostés. Estamos hablando de Jn 20, 19-23. Primero destacar la importancia que se da al día de la Resurrección con las expresiones “primer día de la semana” (cf. Mt 21, 8; Mc 16, 2. 9; Lc 24, 1. 13; Jn 20, 1. 19; Hch 20, 7) y la de “ocho días después” (de domingo a domingo; Jn 20, 26). En esta ocasión, la donación del Espíritu es para perdonar (cf. Jn 20, 21), porque quizá no sabemos cómo hacerlo, por eso nos da el Espíritu, para hacerlo como corresponde. La primera petición del Resucitado a sus discípulos es ser testigos de reconciliación, de perdón… porque el mundo lo necesita. La paz que da en el saludo no es circunstancial, para “romper el hielo”. Sin paz, llenos de heridas, resentimientos, miedos, no puede verse con claridad. El pasado queda atrás, el Señor hace nuevas todas las cosas (cf. Ap 21, 5). Dejemos de destruir la vida; unidos, reconciliados, defendamos la vida y cuidémosla. Quizá por eso les ofrece la paz en dos ocasiones en un mismo momento (Jn 20, 19. 21).

A María Magdalena, a los de Emáus (aunque lo reconocieron al partir el pan), en la aparición junto al lago de Jn 21… Jesús se aparece en un exterior. En esta ocasión, se aparece en una habitación, quizá recuerde el amiente de la última cena, es la comunidad en el sentido más pleno, la comunidad reunida en el nombre del Señor Resucitado presente en medio suyo. Pero no estaban todos y cuando regresa, “ocho días después”, ni antes ni después, vuelve a hacer lo mismo: “paz a vosotros”. Y les muestra las señales del Crucificado en manos y costado, porque el Resucitado fue primero Crucificado. La vida auténtica se da cuando se entrega. Una vez confirmada esta experiencia Jesús les envía otra vez y ya van a estar “solos”. El Enviado es un título amado por el evangelio de Juan (3, 34; 4, 34; 13, 16; 15, 21; 17, 3… etc). No puede quedarse la comunidad encerrada en la eucaristía (“puertas cerradas” en Jn 20, 26); había que levantarse, salir de ahí, ser enviado (como en Jn 14, 31, después del discurso eucarístico). Da el Espíritu soplando sobre ellos (20, 22), como signo de transmisión de vida (Gn 2, 7; 1Re 17, 21; Ez 37, 9; Sb 15, 11). Juan nos narra el nacimiento de la nueva humanidad gracias al espíritu de Jesús.

Un segundo momento de envío por parte del Resucitado antes del gran Pentecostés es al final del evangelio (Mc 16, 9-16), antes de la ascensión. A partir de ahora los discípulos sí van a estar “solos”. Cuenta brevemente las apariciones y parece haber un fuerte reproche a la primera comunidad cristiana por no creer a los testigos de la resurrección. A pesar de este reproche, hay un envío misionero. Un autor tardío (hacia el s. v) añade al v. 14 un texto muy curioso (sólo existe un manuscrito en el que aparece este texto) que dice, a modo de excusa de los discípulos, algo así: “Este mundo anárquico e incrédulo …, que no permite que sea acogida la verdad de Dios”. Los resultados no importan. Es difícil, pero el anuncio no se puede evitar. Es una fuerza mayor a nosotros mismos, a nuestras limitaciones y con lo que podamos encontrarnos. La propuesta hay que hacerla y según la manifestemos, calará fuertemente en las personas que anhelan una plenitud de vida. Cuando dan el sí, la opción por el bautismo es natural. Piensen que en esos primeros tiempos no había ningún adulto, o eran pocos, y ellos eran los que hacían opciones claras por el evangelio. Después de ellos, sus hijos lo harían por el testimonio alegre y comprometido de sus padres.

Estos dos envíos misioneros del Resucitado antes de Pentecostés, no hay que entenderlos como una sacramentalización: el primero la confesión (por lo del perdón y la reconciliación) y el segundo el bautismo. El Espíritu crea y mueve, o mueve y recrea, la vida y esta se celebra en los sacramentos. Se consolida en ellos y por ellos. Son la presencia sensible de Dios por medio de su Espíritu, de su gracia, en medio de la comunidad reunida en su nombre; en medio de la familia unida en su amor; en medio de la comunidad enviada y empujada por el compromiso del espíritu de Dios y encarnada en personas que se sienten animadas por ese mismo espíritu y hacen de sus vidas presencia de Dios.

Todas las reacciones:

 

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LOS SANTOS, TESTIGOS DE LA OBRA DE DIOS    /   BIBLIA Y MISION

P. Toni Plaza, MSC

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Empezamos el mes de noviembre con la festividad de todos los santos. Al día siguiente recordamos a los fieles difuntos. Es tradición en el pueblo creyente ir estos días y visitar a los que nos precedieron en la fe en los campos santos o cementerios de todo el mundo. Son dos celebraciones unidas en las que la iglesia “militante” (término que no me acaba de convencer), que somos los que seguimos caminando en esta vida; la iglesia “purgante” (que tampoco me acaba de convencer) y es la que está viviendo el proceso de purificación después de caminar por este mundo; y la iglesia “triunfante” (siguen sin convencerme estos términos), que es la que sabemos que ya está gozando “de la presencia de Dios en el cielo”; nos unimos en oración y acción de gracias por la acción de Dios en nuestras vidas. Los santos fueron los que nos han dado el testimonio de que seguir a Jesús de verdad es posible y, aunque tenga sus dificultades, se puede vivir. Ellos fueron como nosotros y no tuvieron miedo por ponerse tras las huellas del maestro.

El reconocimiento y valor que damos a los santos no es aceptado por gente de otras confesiones y menos aún por miembros de las sectas. Por tierras de misión hay mucho conflicto con todos ellos por estos temas. Y en las redes sociales, nuevo campo de misión y evangelización, también aparecen estos acalorados debates. Muchas veces fruto del fanatismo y del deseo de no querer entrar en un diálogo y respeto de la cultura y las tradiciones. Ya últimamente, en el perfil de un querido hermano sacerdote, veo que se está suavizando este debate. Al menos ya no dicen que “adoramos” y se quedan en afirmar que “ellos” no veneran imágenes. En este escrito, pretendo, desde la Biblia argumentar la función de las imágenes en nuestra espiritualidad y, sobre todo, aclarar la diferencia entre imágenes e ídolos, que sí son condenados por la Palabra de Dios y son cosas bien diferentes.

Es verdad que en Ex 20, 4-6 encontramos la petición de Yahvé para no hacer “estatua ni imagen alguna” (v.4). Deberíamos comprender bien qué es lo que quiere decir. Y la confusión viene porque le ponemos el mismo significado a las palabras imagen e ídolo. Son dos cosas bien diferentes: la imagen nos recuerda algo (nos acerca a Dios, a nuestro compromiso), y el ídolo es lo que nos fanatiza (reemplaza a Dios) y nos hacemos sus seguidores “enfrentándonos” a otros (“los que no son de los nuestros”, decimos). Lo que Dios no quiere es que adoremos a otros dioses (ídolos) haciendo prácticas de otras religiones: sacrificios rituales (2Re 16, 3; 21, 6), por ejemplo. O nos hagamos otros dioses como hizo Israel con el becerro de oro: Ex 32, 1-8, que sí fue una imagen convertida en ídolo, por maldad del pueblo.

No voy a detenerme en cómo no hubo problema de parte de Dios para pedir hacer imágenes de querubines (ángeles del cielo: Ex 25, 18-20) o motivos florales (Ex 37, 19) como decoración del Templo o la construcción del Arca como presencia de Dios en medio del Pueblo ante la cual Josué y su gente no tuvieron ningún reparo en postrarse durante toda la tarde (Jos 7, 6).Pero sí quiero hablar de una petición que Dios le hizo a Moisés al pedirle la famosa serpiente de bronce (una imagen): Nm 21, 4-9. El uso de esta imagen era para una cosa buena: sanar de las mordeduras de serpiente. Lo malo es que, con el paso del tiempo, el Pueblo, que olvida la Palabra de Dios, convirtió esa imagen en un ídolo (mirar 2Re 18, 4), pero eso no es problema de tener la imagen, sino del Pueblo que, sin formarse adecuadamente, hace lo que hace.

Las imágenes que hacemos de nuestros santos son sólo imágenes. No son ídolos. Nos recuerdan a personas como nosotros que fueron fieles al Señor y nos animan a nosotros en nuestro camino de fe. No sustituyen a Dios, sino que nos llevan a Él. Nos recuerdan que es posible ser fiel y perseverar hasta el final. Cuando tenemos la foto, por ejemplo, de nuestra madre y la besamos, no estamos besando a nuestra madre, sino a una imagen de ella, pues lo mismo pasa con nuestras imágenes de los santos, nos recuerdan a hermanos cristianos que fueron fieles al Señor.

Otra cosa importante. El texto de Ex 20, 4 es del antiguo testamento. Jesucristo no dice nada sobre las imágenes. Recuerden que nosotros somos cristianos, es decir, de Jesús y como punto de referencia le tenemos a él y lo que descubrimos en el Nuevo Testamento, que es para los cristianos. Lo que hay en el Antiguo Testamento lo usamos si nos habla de Cristo y su mensaje, y si no lo hace, no le hacemos caso. Pero esto lo hizo el mismo Jesús que cambió cosas del Antiguo Testamento. Por ejemplo, el texto de Deuteronomio 22, 22-24 es bien claro y Jesús no lo siguió, aunque estuviera en la Biblia no le hizo caso e hizo algo muy diferente en Juan 8, 1-11 (es el texto de la pecadora adúltera: “quien esté libre de pecado …”). Jesús no condena las imágenes y sí los ídolos. Los primeros cristianos tuvieron bien clara esa diferencia por eso hablan de ídolos y no de imágenes: “Hijos, guardaos de los ídolos. Amén” (1Jn 5, 21).

Es verdad que Jesús no dijo nada de que pudiéramos hacer imágenes de los santos ni de Él, pero tampoco lo prohibió. Esto es muy simple y repetimos lo que ya dijimos anteriormente. Nosotros somos cristianos, del Nuevo Testamento, seguidores de Cristo, queremos vivir lo de las primeras comunidades cristianas, que sí compartieron la vida con Jesús de Nazaret. Como no está prohibido y, además, nos ayuda y estimula en la fe el ejemplo de aquellas personas que tuvieron nuestras mismas limitaciones y dificultades, pero que fueron fieles al plan de Dios, por eso hacemos imágenes de ellos para que nos animen en nuestro camino

de fe. Piensen, además, que cuando no se había editado ningún libro todavía y

la gente no sabía tanto leer, las imágenes ayudaban a la catequesis. Las

imágenes cristianas más antiguas conservadas datan de alrededor del año 70

después de Cristo. O sea, que desde el principio no existió ningún problema

para los cristianos (y conocían muy bien Ex 20, 4) en hacer representaciones

para confirmarse en la fe, para animarse en su espiritualidad. Estaban sobre

todo en las catacumbas, que eran lugares escondidos en donde se reunían los

cristianos. Las primeras esculturas cristianas datan del s. III.

 

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BIBLIA Y MISIÓN

P. Toni Plaza, MSC

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“EL QUE TE CREÓ SIN TI, NO PUEDE SALVARTE SIN TI"

(San Agustín)

No estoy al cien por cien de acuerdo que en tierras de misión más allá de nuestras fronteras (o del que llamábamos, creo injustamente, “nuestro primer mundo”) la vida de fe es más fácil. Al menos lo que he podido ver “in situ” es que también existe indiferencia y situaciones sociales y familiares muy dolorosas. También existe experiencias de fe más desde las apariencias que desde las opciones y no mencionemos las que, desde la religiosidad popular (no en todos los casos, ni mucho menos), son más expresión de magia, poderes ocultos y esotéricos (ahí están las típicas santerías en donde mezclan todo tipo de creencias) o búsqueda de la suerte y fortuna que no tienen nada que ver con un verdadero seguimiento de Jesús. Lo que sí es verdad, y eso emociona mucho, es que los que están comprometidos en la comunidad cristiana no se conforman con leer las lecturas en la misa, pasar la colecta o rezar el rosario antes de la misa… y es altamente gratificante caminar con ellos y aceptar junto a ellos los desafíos que la misión evangelizadora lleva consigo.

Una expresión de esa fuerte espiritualidad es la preocupación, como no podría ser de otro modo, de los padres, sobre todo las madres, preocupados por la vida de fe de sus hijos: “siempre les enseñé las cosas de nuestra Iglesia y… ahora…, ya ve padre”. Me quedé impresionado cuando en una ocasión una mujer me dijo que no le importaría ir al infierno con su hijo si eso era lo que Dios decidía sobre él. Por eso, me revelo contra ciertos procesos formativos, que aún existen sobre todo en esos campos de misión debido a la falta de evangelizadores preparados, que no se han abierto a la experiencia del corazón de Dios. En el número de mayo 2022 de la revista de teología pastoral de Sal Terrae (“La tiranía del mérito. Porque yo lo valgo”) hay una reflexión en varios artículos sobre la salvación, la gracia de Dios y el actuar del ser humano muy interesante que me gustaría compartir con todos ustedes.

San Agustín lo definió bien en esta frase: “El que te creó sin ti, no puede salvarte sin ti” (Sermo ad populum 169, 11: PL 38, 923). Todo el bien que hacemos y somos capaces de hacer y, por tanto, seguramente haremos, viene de Dios, porque Él nos amó primero (cf. 1Jn 4, 19) y nos dio ejemplo de vida en Jesús de Nazaret. Su Palabra no son normas escritas, que muchas veces quedan “en papel mojado” o en los cajones de los muebles, sino una vida vivida, libre.

No puede ser que Dios no crea en la capacidad del hombre de creer, crecer y superarse. Él nos creó y sabe pues de lo que somos capaces de hacer. Así hizo con Pedro, por ejemplo (cf. Jn 21, 17). Por eso soy católico y no me convence la reflexión luterana, que miro con mucho respeto, pero ve al hombre incapaz de salvarse por su tendencia al pecado. Ni mucho menos me creo el lenguaje que usan las sectas protestantes tan extendidas en los campos de misión por la falta de presencia de la Iglesia católica. Ya no quiero contar lo que dice Jansenio y el predeterminismo (Cristo no ha muerto por todos sino por los predestinados) porque eso sí que es una barbaridad. La Iglesia siempre ha defendido la salvación del ser humano y que llegue al conocimiento de la verdad (cf. 1Tm 2, 4). Todo ser humano, insisto en la palabra todo, no sólo fue creado por Dios sino también lo fue a su imagen y semejanza y, por tanto, lleva en su esencia esa realidad “divina”, que llamaríamos una justicia, una salvación, original, regalo, por amor, de Dios Padre. Por eso, nadie queda excluido de ese amor de Dios, ni no cristianos ni ateos, aunque no quieran, porque es voluntad de Dios por gracia, por amor, y no podemos evitar que Dios sea bueno (cf. Mt 20, 12-15).

En la reflexión de la Iglesia, hay un texto muy interesante: es “tanta la bondad de Dios para con los hombres que quiere que sean méritos de ellos lo que es don suyo” (Concilio de Cartago del 418 d.C., en Detzinger 238-249). ¿No les parece genial esta idea? La Iglesia siempre ha estado motivada por el Espíritu de Jesús. No se trata, pues, de pensar, como creían los protestantes, que las obras del hombre dejaban de lado la salvación de Dios, sino de reconocer que hay en el hombre una justicia, en virtud de los méritos de Cristo, hecho hombre semejante a nosotros menos en el pecado (cf. sobre todo, 2Cor 5, 21; y también Flp 2, 7; Hb 2, 17; 4, 15; Gaudium et Spes 22), que le posibilita para realizar obras buenas y, por tanto, la recompensa de la vida eterna. Creer en esto es estar convencido de la obra de Dios en el ser humano que llega a su plenitud

porque es el mismo Dios el artífice de ese milagro. Como a todo padre que

sólo le preocupa el bien de sus hijos, a Dios no le importa tanto si hay de

parte nuestra una conciencia clara. Al menos, por las obras (sin ellas, la fe

muere: Santiago 2, 17), sí que existe esa conciencia de la bondad de Dios.

Es decir, aunque no le pongamos nombre, su fruto se nota y hace que la

esperanza no se desvanezca.

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BIBLIA Y MISIÓN

P. Toni Plaza MSC

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MARÍA, DISCÍPULA Y MISIONERA

Recién acabamos el mes de mayo, mes de María. En otras partes del mundo, aunque no sea primavera, lo digo por lo de las flores, también se dedica este mes a María. El canto de “Con flores a María” viene muy a tono para la ocasión. Los católicos queremos mucho a María (Lutero también; tiene unas hermosascitas y pensamientos dedicados a ella) por ser una creyente fiel y coherente en su entrega a Dios. En la espiritualidad cristiana hay muchas devociones y formas de llamar a María que hablan del reconocimiento que el pueblo sencillo le da por “todas las generaciones” (cf. Lc 1, 48b) a la Madre de Dios. En cada parte del mundo, sea en las grandes ciudades o en la comunidades cristianas más apartadas de la “civilización”, existe una capillita con un nombre mariano. Ciertamente, esta amplia variedad son como un enorme ramo de flores con el que alegramos nuestras vidas, nuestras casas y comunidades, en recuerdo de la llamada “llena de gracia”.

“El criterio de realidad, de una Palabra ya encarnada y siempre buscando encarnarse, es esencial a la evangelización. Por otro lado, este criterio nos impulsa a poner en práctica la Palabra, a realizar obras de justicia y caridad en las que esa Palabra sea fecunda. No poner en práctica, no llevar a la realidad la Palabra, es edificar sobre arena, permanecer en la pura idea y degenerar en intimismos … que no dan fruto, que esterilizan …” el dinamismo del evangelio (Evangelii Gaudium, 233). Negar la presencia de María en la evangelización es negar la realidad precisamente por ese amor que le tiene el pueblo creyente sin necesidad de ser propuesto. Surge espontáneamente. Y creo que es muy útil evangelizar con ella y a partir de ella. El “hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1, 38) es lo que hace realidad encarnada la Palabra de Dios, Cristo.

Cuando empezamos nuestra misión en Paraguay. La primera presencia la hicimos en el sur del país a 10 km del río y 110 de Encarnación, capital departamental, hacia la frontera con Brasil. Al principio eran 35 comunidades las que atendíamos (mientras estuvimos allí, se crearon 5 más y una de ellas dedicada a Ntra. Sra. del Sgdo. Corazón) y estaban muy bien organizadas. El cura anterior a nosotros, un zamorano que bien se notaba de hacia donde era por el color oscuro de su piel, había puesto puntos estratégicos en todo el área de la parroquia bajo el amparo de devociones marianas que él mismo había propuesto: Virgen del Encuentro y la Virgen del Paso.Y las propuso con una intención catequética y eclesiológica, de ser Iglesia.

Las dos estaban en diferentes límites parroquiales entre una comunidad de nuestra parroquia y otra de la parroquia vecina. La del Encuentro, al referirse a María, me recordaba al “encuentro” tan revolucionario entre esas dos grandes mujeres, primas entre ellas, que provocó el primer anuncio del Mesías hecho por el profeta Juan y lo hizo incluso antes de nacer (Lc 1, 41-45). Isabel ya manifiesta el espíritu de las bienaventuranzas proclamando a Maríadichosa (“macarismo”: género literario muy utilizado, tanto en la Biblia hebrea como en el Nuevo Testamento, más conocido con el nombre de bienaventuranza) por haber creído y también le profetiza que todo lo que escuchó de parte de Dios se cumplirá, ya que en ella, en Isabel, el Señor también hizo maravillas.María también siente que por su opción será reconocida como dichosa por la generaciones futuras (cf. Lc 1, 48b). Es, sin duda, una invitación a vivir nuestra fe con la misma disponibilidad de María. El fruto de sus entrañas va a ser algo grande para la historia de la humanidad: es una experiencia de fe muy vivida en el Antiguo Testamento (Gn 1, 28; 9, 1; 17, 16; Dt 28, 4).

Y fruto de este encuentro viene el canto del Magníficat (Lc 1, 46-55): verdadera joya literaria y experiencia movilizadora de Dios en el corazón de una mujer creyente. “La dirección del viaje de la Virgen … es particularmente significativa: será de Galilea a Judea, como el camino misionero de Jesús (cfr. Lc 9, 51). En efecto con su visita a Isabel, María realiza el preludio de la misión de Jesús y, colaborando ya desde el comienzo de su maternidad en la obra redentora del Hijo, se transforma en el modelo de quienes en la Iglesia se ponen en camino para llevar la luz y la alegría de Cristo …” (Juan Pablo II, Discurso en la audiencia general, 2-X-1996). El biblista Luis Alonso Schökel, analizando el magníficat en la Biblia del Peregrino,habla que María “en el cambio prodigioso de virginidad a maternidad descubre el estilo y esquema de la acción renovadora de Dios” (cf. Lc 1, 51-55; haciéndose eco de lo ya anunciado con anterioridad en 1Sm 2, 4-8, cántico de Ana, y Sal 113, 6-9). Sí, ese encuentro produjo esperanza en el pueblo. Y la unión, “encuentro”, de dos comunidades cristianas también.

La Virgen del Paso, precisamente, estaba antes de cruzar un río, en balsa, a otra comunidad. Al hablar del Paso, rápido conecté con el paso de Israel por el Mar Rojo saliendo de Egipto, lugar de esclavitud, de camino a la Tierra Prometida, “a un país grande y fértil, a una tierra que mana leche y miel” (Ex 3, , atravesandoel desierto, lugar teológico. Al cruzarlo, Miriam (María, coincidencia interesante), hermana mayor de Moisés, y las mujeres de Israel cantaban la grandeza de Dios que ayudó a su pueblo, como en el

Magníficat. Con María de Nazaret, caminando a nuestro lado tras las

huellas de su hijo Jesús, nuestros pueblos, llenos de fe, pueden

conseguir la tan esperada liberación de todo aquello que no nos

ayuda a vivir con dignidad. Es la tierra prometida del Reino de Dios

que vamos construyendo con nuestra perseverancia en encarnar la

Palabra de Dios, que quiere fecundar nuestras realidades

(cf. EG, 233).

 

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CONSULTORIO BÍBLICO

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¿PODEMOS SABER POR EL NUEVO TESTAMENTO COMO ERA LA FAMILIA EN ISRAEL EN TIEMPOS DE JESÚS?

Quique Fernández

En el capítulo 1 del Evangelio de Lucas ya se nos muestra lo fuertes que son los vínculos familiares en el Pueblo de Israel. María, ya embarazada de Jesús, se va a visitar, es decir, a servir a su prima Isabel. Sabiendo que el viaje era pesado, incluso peligroso, se podría aducir que María tenía más que sobrados motivos para excusar ese servicio. Y sin embargo, son tan fuertes esos vínculos que María no deja de hacer lo que sabe que se debe hacer por una prima.

Jesús nos va a transmitir las verdades teológicas desde imágenes familiares: por Jesús conocemos que Dios es el padre de todos (Mt 5,16.45.48; 6,1.4.6.8.9. 15), y, por tanto, que todos somos hermanos (Mt 23,8-9), o que Dios es un padre que ama y perdona con una rica y constante misericordia (Lc 15,20-32). También su misión se desarrollará en el ámbitos de una importante presencia familiar. Sirva como muestra que empieza su vida pública en las fiestas de una boda en Caná (Jn 2, 1-11), acontecimiento familiar que, además, aparecerá en varias parábolas como la de los invitados a la boda (Mt 22,1-14) o la de las vírgenes prudentes y las necias (Mt 25,1-13).

Pero no solo aparecen los aspectos familiares positivos y festivos. El Evangelio también presenta la denuncia de las situaciones de injusticia vinculadas a la familia. Un buen ejemplo de ello será la respuesta que Jesús dará a la pregunta supersticiosa: “Le preguntaron sus discípulos: «Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?» Respondió Jesús: «Ni él pecó ni sus padres" (Jn 9, 2-3). Otros ejemplos

de la denuncia de la concepción distorsionada de la familia será cuando

Jesús sentencia “deja que los muertos entierren a sus muertos” (Mt 8, 22)

o cuando responde de forma categórica que “mi madre y mis hermanos

son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican” (Lc 8, 21)

Jesús presenta un modelo de familia que no sea un simple “compartir”

egoísmos sino un espacio abierto a la misericordia y de encuentro con la

solidaridad. Será en el Libro de los Hechos de los Apóstoles y en las

Cartas del Nuevo Testamento donde podemos encontrar ejemplos

concretos de familias y hogares a imagen del Reino de Dios.

(publicado previamente en el semanario Catalunya Cristiana núm. 2226 de fecha 22 de mayo de 2022)

 

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CONSULTORIO BÍBLICO

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¿PODEMOS SABER POR EL NUEVO TESTAMENTO COMO ERA LA FAMILIA EN ISRAEL EN TIEMPOS DE JESÚS?

Quique Fernández

En el capítulo 1 del Evangelio de Lucas ya se nos muestra lo fuertes que son los vínculos familiares en el Pueblo de Israel. María, ya embarazada de Jesús, se va a visitar, es decir, a servir a su prima Isabel. Sabiendo que el viaje era pesado, incluso peligroso, se podría aducir que María tenía más que sobrados motivos para excusar ese servicio. Y sin embargo, son tan fuertes esos vínculos que María no deja de hacer lo que sabe que se debe hacer por una prima.

Jesús nos va a transmitir las verdades teológicas desde imágenes familiares: por Jesús conocemos que Dios es el padre de todos (Mt 5,16.45.48; 6,1.4.6.8.9. 15), y, por tanto, que todos somos hermanos (Mt 23,8-9), o que Dios es un padre que ama y perdona con una rica y constante misericordia (Lc 15,20-32). También su misión se desarrollará en el ámbitos de una importante presencia familiar. Sirva como muestra que empieza su vida pública en las fiestas de una boda en Caná (Jn 2, 1-11), acontecimiento familiar que, además, aparecerá en varias parábolas como la de los invitados a la boda (Mt 22,1-14) o la de las vírgenes prudentes y las necias (Mt 25,1-13).

Pero no solo aparecen los aspectos familiares positivos y festivos. El Evangelio también presenta la denuncia de las situaciones de injusticia vinculadas a la familia. Un buen ejemplo de ello será la respuesta que Jesús dará a la pregunta supersticiosa: “Le preguntaron sus discípulos: «Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?» Respondió Jesús: «Ni él pecó ni sus padres" (Jn 9, 2-3). Otros ejemplos

de la denuncia de la concepción distorsionada de la familia será cuando

Jesús sentencia “deja que los muertos entierren a sus muertos” (Mt 8, 22)

o cuando responde de forma categórica que “mi madre y mis hermanos

son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican” (Lc 8, 21)

Jesús presenta un modelo de familia que no sea un simple “compartir”

egoísmos sino un espacio abierto a la misericordia y de encuentro con la

solidaridad. Será en el Libro de los Hechos de los Apóstoles y en las

Cartas del Nuevo Testamento donde podemos encontrar ejemplos

concretos de familias y hogares a imagen del Reino de Dios.

(publicado previamente en el semanario Catalunya Cristiana núm. 2226 de

fecha 22 de mayo de 2022)

 

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CLAVES DE LECTURA DEL LIBRO DEL GÉNESIS

Javier Velasco-Arias

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UNA HISTORIA EJEMPLAR

A modo de novela

La «novela» ejemplar (si preferimos: novela histórica o historia novelada) de José o de «José y sus hermanos», ocupará una gran parte del libro del Génesis: del capítulo 37 al 50 (el final del libro), con dos paréntesis en los capítulos 38 y 49, en las que el narrador introduce dos historias menores, aunque sumamente curiosas (que no comentaremos en esta ocasión).

Un hijo predilecto

José es el hijo menor de Jacob (aún no ha nacido Benjamín) y el preferido de su padre, en una familia de once hermanos, de cuatro madres diferentes. La predilección paterna por José será motivo de envidias e intrigas entre los hermanos; además de él tener muy asumido su situación privilegiada que no duda en ostentar ante sus consanguíneos. Os invito a leer el texto íntegro, que nunca puede sustituir ningún comentario.

Envidia de los hermanos

Los hermanos deciden vengarse de José y alguno incluso no le importaría llegar hasta el asesinato fraticida. Al final, deciden vender a José como esclavo a unos mercaderes madianitas que lo llevarán a Egipto, donde se desarrollará la mayor parte de la historia que nos ocupa. Y los hermanos hacen creer a su padre que ha fallecido, devorado por una fiera.

Nueva vida

Los madianitas lo venden como esclavo a Putifar, un funcionario real egipcio (Génesis 37,36; 39,1). Las cosas le van bien, hasta que es acusado falsamente por la esposa de Putifar de haberla acosado sexualmente, cuando en realidad es en represalia por sentirse rechazada y despechada. José acaba en la cárcel.

En prisión conocerá a otros dos funcionarios reales, a los que José interpreta sus sueños, que, cómo él predice, significará el ajusticiamiento de uno y la libertad del otro (40,1-23). El compañero de prisión liberado, con el tiempo, sugerirá al monarca de Egipto, al Faraón, que José es la persona que podrá liberarle de la angustia de unos extraños sueños que nadie de su reino sabe interpretar.

Rectitud de José

José aparece en la narración cómo un hombre íntegro, sabio y fiel a Dios. La auténtica sabiduría es un don de Dios y no responde a artes mágicas o conocimientos ocultos: éste es el mensaje que se desprende del relato. El protagonista de la historia se mantiene honesto, insobornable, fiel a su fe, a pesar del exilio y de las circunstancias adversas.

El anuncio de José al Faraón de unos años de escasez, de hambre, después de un período de abundancia, cambiará la suerte de nuestro personaje. El monarca lo nombra visir y responsable de administrar las cosechas de Egipto, para que cuando llegue la carestía no halle al país desprevenido, sino que haya reservas más que suficientes (Génesis 41).

Reencuentro fraterno

La situación de carestía generalizada hará que los hermanos de José viajen a Egipto, para abastecerse de alimentos que en su tierra no encuentran. Los diferentes encuentros entre los hermanos, que no reconocen a José, son de una gran belleza narrativa (Génesis 42-45). El perdón sin resentimiento de José a sus hermanos, el amor fraternal, el reconocer la mano de Dios en las situaciones límite… nos muestran a un hombre bueno, misericordioso, sabio, fiel (45,4-15).

Jacob-Israel bajará a Egipto y se instalará en Gosén, junto a toda su familia (46,26-34). La «historia» preparará la narración del segundo libro de la Biblia Hebrea, del Éxodo, en la que los descendientes de Israel se convertirán en el Pueblo de Dios, después de su liberación de la opresión egipcia. Pero eso es otra historia, para una próxima ocasión. Nuestro relato acabará con la muerte de José (Génesis 50), después de una estancia idílica de él y toda su familia en el país de Egipto.

Para la oración

Las cuestiones posibles para meditar, para llevar a la oración, personal o comunitaria, son muchas. La «historia» de José está repleta de enseñanzas éticas y de valores y actitudes a practicar, a vivir.

La predilección de los padres por un hijo determinado es «caldo de cultivo» de envidias, rivalidades, incluso, odios entre hermanos. Los padres, madres, abuelos, educadores… hemos de revisar si caemos, o podemos caer, en favoritismos a la hora de relacionarnos con ellos. Los niños, los adolescentes, los jóvenes no son tontos: perciben estas situaciones como agravio, como desamor, como desprecio. Y las consecuencias pueden ser graves.

José es un hombre íntegro. No accede a las insinuaciones sexuales de la mujer de Putifar y acabará, a causa de ello, en la cárcel. ¿Yo soy capaz de resistir los «cantos de sirena» a los que con frecuencia me somete una cultura altamente sexualizada, donde la pornografía explícita es el «pan de cada día», en la que la genitalidad sustituye con frecuencia a la auténtica sexualidad? Y no es cuestión de volver a tiempos, felizmente superados, en los que el

sexto y el noveno mandamientos eran los únicos «mandamientos» contra los que se

pecaba. Ni a ser mojigatos en los temas referentes a la sexualidad o al erotismo. Pero

la auténtica sexualidad humana, el sano erotismo, o están integrados en el amor, en la

entrega mutua o difícilmente les podemos poner el adjetivo de «humano».

¿El perdón, el amor fraternal… superan las barreras del odio, de la venganza, del «ojo

por ojo y diente por diente»? A la pregunta que le hicieron a Jesús sobre el número de

veces que he de estar dispuesto a perdonar, respondió: «No te digo que hasta siete

veces, sino hasta setenta veces siete» (Mateo 18,22).

La auténtica sabiduría es un don de Dios. ¿Soy consciente de ello? o ¿prefiero jactarme, delante de los demás, de mis valores y logros?

Javier Velasco-Arias

(publicado previamente en el blog "Biblia y Pastoral" el día 11 de mayo de 2018)                                   Arriba

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BIBLIA Y MISIÓN

P. Toni Plaza, MSC

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La vida es como el agua… cuando hay en abundancia, nunca se detiene…

“Una mirada de fe sobre la realidad no puede dejar de reconocer lo que siembra el Espíritu Santo” (Evangelii Gaudium, 68). Muchas veces corremos el riesgo de tener la respuesta a todo lo que pasa, porque somos gente preparada y con mucha experiencia, y si no encontramos la solución, siempre nos estaremos lamentando con el típico “¡hacia dónde vamos!” o “antes no era así”. Lo que está claro es que últimamente la velocidad de la vida es rápida y cosas que no esperábamos (la pandemia) han traído procesos que nos sorprenden y para los que no estábamos preparados. Queremos volver a lo de antes, pero, me temo, eso no va a ser posible.

No puede ser que el Espíritu Santo no esté presente y no está queriéndonos decir algo. Él siempre ha estado activo haciendo por la humanidad y moviendo a las personas. Lo vemos en la Palabra de Dios desde el principio, en la creación del mundo (Gn 1, 2) hasta el final, ayudando a la Iglesia (la Esposa) a que el Señor Jesús llegue definitivamente con su paz (Ap 22, 17-21). Y en medio de esta Historia de Salvación tan entrañable, que es la Biblia, hablando por los profetas (Ez 11, 5; Mi 3, 8; Zac 7, 12 por ejemplo) y en el inicio del ministerio de Jesús (Mc 10, 1 y paralelos) o con la primera comunidad cristiana (en el inicio, Hch 2, y en las dificultades, Hch 4, 31) y en la muerte del primer mártir (Esteban, Hch 7, 55). El Espíritu Santo siempre alentando, consciente o inconscientemente de parte de los que luchan por la vida.

No se ven las cosas del mismo modo desde esta parte del mundo que desde otras, más en concreto hacia el sur. Me parece que no es apropiado decir que aquí ya perdió la fe el partido de la vida y que en el sur son más creyentes. Sí que es verdad que los que vienen a la Iglesia son más activos, pero también existe indiferencia y, dado la poco presencia de instituciones para el bien común (escuela, iglesia, comisaría, hospitales…), existe “abandono” y despreocupación teniendo como única salida la solidaridad y el apoyo. Todo esto influye en la dinámica de la vida provocando que también haya violencia, alcoholismo, peleas con finales dramáticos y aparecen “mesías” o políticos que se creen salvadores de los “pobres alejados de la civilización y de las posibilidades de crecimiento para después quedar en el olvido”.

Pero siempre hay gente buena que sale adelante y ayuda a salir adelante, que entiende perfectamente que no se puede vivir de este modo. Y espontáneamente surge en ellas la necesidad de compartir. Recuerdo en la primera zona rural en el sur de Paraguay en la que estuve por cuatro años. Una soleada tarde de verano, aun en temporada escolar, me dirigía a una de las comunidades que atendíamos y en el viaje de ida me encontré a un grupo de niños que iban a la escuela (turno tarde). Claro, la camioneta del sacerdote, con carrocería abierta en la parte de atrás, siempre está disponible para llevar a gente. Me detuve y les hice subir. Ellos encantados. Al poco tiempo me encontré otro grupo de niños que regresaban de la escuela (turno mañana) y una de las niñas que llevaba, golpea el techo de la camioneta (señal para detenerme) y me fijo que uno de los que iban caminando le estaba dando los útiles escolares que ella había usado. Compartían sus materiales para la escuela. Se me quedó también gravada la imagen de niñas con 11 ó 12 años, o menos, con sus hermanitos pequeños sentados en sus caderas, porque no podían con ellos, cuidándolos porque sus padres estaban fuera trabajando. Con esa forma de vida, seguro aprenden lo que es la entrega, el sacrificio y la solidaridad. El Espíritu sopla con mucha fuerza en los pobres y en los que optan por acompañarlos: se contagian de esa vida que brota de ellos.

Cuando se habla de las periferias existenciales no referimos a todos aquellos que necesitan una palabra de aliento en sus vidas. “Una Iglesia cerrada es una Iglesia enferma. La Iglesia debe salir de sí misma. ¿Adónde? Hacia las periferias existenciales, cualesquiera que sean, pero salir”. Hay que salir, dice Francisco. Cuando dice estas palabras, no está muy claro a qué se refiere, pero siempre le hemos visto teniendo gestos con presos, inmigrantes, pobres… que nos recuerda mucho a Mt 25,35-36: “tuve hambre y me dieron de comer…”.

“Y les decía: La mies es mucha, pero los obreros pocos; rogad, por tanto, al

Señor de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como

corderos en medio de lobos”(Lucas 10, 2-3). Que los que envíes, Señor, sepan

trabajar unidos y no simplemente con mucha voluntad de servir, sino con

capacidad de trabajar en equipo y organizadamente, sin perder humanidad y con

el corazón al ritmo del tuyo. Guíanos según tu Espíritu, creador de vida, y que

sepamos vencer la cultura de muerte que quiere “cortar las alas” a los que

quieren vivir en plenitud: “Lucharon vida y muerte en singular batalla y muerto el

que es la vida, triunfante se levanta” (secuencia de Pascua).

 

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BIBLIA Y FAMILIA

Quique Fernández

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NO ME PESA, ES MI HERMANO

En el capítulo 3 del Libro del Éxodo Yahvé, Dios de Israel, se manifiesta ante Moisés, por medio de la zarza que arde, le presenta su plan de liberación del Pueblo de Israel de la opresión en Egipto y le llama a comprometerse en ese proyecto.

En el siguiente capítulo, el 4, Moisés desplegará toda su colección de excusas:

- “No van a creerme ni escucharán mi voz” (4,1)

- “Nunca he sido hombre de palabra fácil… soy torpe de boca y de lengua” (4,10)

- “Por favor, envía a cualquier otro” (4,13)

Y Dios le responderá con una solución, de entrada, inesperada:

"¿No tienes a tu hermano Aarón el levita? Sé que él habla bien; he aquí que justamente ahora sale a tu encuentro, y al verte se alegrará su corazón. Tú le hablarás y pondrás las palabras en su boca; yo estaré en tu boca y en la suya, y os enseñaré lo que habéis de hacer” (4, 14-15).

Quizá más que “inesperada” deberíamos decir “lógica”. ¿Para qué está un hermano? Por supuesto que para los buenos momentos, los de los juegos de la infancia, las complicidades de la adolescencia, los diálogos de sobremesa llenos de recuerdos…

Pero también para esos otros momentos de la vida en el que necesitamos un apoyo, una “muleta”, que alguien cargue con nosotros y nos ayude a seguir el camino. Puede ser el compartir tristezas y dolores: la enfermedad y muerte de nuestros padres, la dificultad en la educación de los hijos, un periodo de crisis económica motivado por el desempleo o el trabajo precario…

Recuerdo la frase de una tarjeta de felicitación: “No me pesa, es mi hermano”. Esa frase la había hecho famosa una canción, “He Ain’t Heavy, He’s My Brother”, grabada en The Hollies en 1969, varias veces versionada tanto en inglés como en castellano.

Después de haber recorrido por el Libro del Génesis varias relaciones turbias entre hermanos (Caín y Abel, Esaú y Jacob, los hermanos de José) es todo un soplo de aire fresco encontrar una relación positiva entre hermanos.

Nos narra el final del capítulo 4:

"Fueron, pues, Moisés y Aarón y reunieron a todos los ancianos de los israelitas. Aarón refirió todas las palabras que el Señor le había dicho a Moisés, el cual hizo las señales delante del pueblo. El pueblo creyó, y al oír que el Señor había visitado a los israelitas y había visto su aflicción, se postraron y adoraron." (4, 29-31)

Así pues, la unión de fuerzas de los hermanos funcionó. Cada uno aportando sus capacidades y complementando los déficits del otro. Si Caín, si Esaú y Jacob, si los doce hermanos hijos de Jacob, hubiesen planteado las crisis desde la unidad y no desde la confrontación…

Tantas veces en la vida se nos plantean obstáculos, algunos de ellos bien

graves, que requieren de unidad afectiva y efectiva. Y tantas veces afrontamos

esas dificultades separados, divididos, enfrentados… cuando es desde el intento

de consenso y desde el respeto a la diversidad como realmente podemos

afrontar los problemas.

En los siguientes capítulos Moisés y Aarón seguirán formando un tándem al

servicio de Dios y el Pueblo.                                                                   ARRIBA

 

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CONSULTORIO BÍBLICO

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Mateo 16, 28: "Os aseguro que algunos de los que están aquí, no morirán sin haber visto al Hijo del hombre viniendo en su reino." ¿Existe alguna explicación bíblica, filosófica o teológica para estas palabras?

Quique Fernández

Coordinador de Escuela de Animación Bíblica

El versículo sobre el que nos preguntamos presenta una cierta dificultad en la comprensión de su intención. Tanto es así que un buen número de exegetas dejan constancia en sus comentarios de tal dificultad.

La gran pregunta es a qué, o mejor aún “a cuándo”, se refiere Jesús al decir “al Hijo del hombre viniendo en su reino”. Esa manifestación plena de la gloria de Dios se puede entender que se refiere a su Transfiguración o a su Resurrección. Quizá esas dos posibilidades sean las más evidentes, pero no son las únicas.

Sin embargo, hay un dato que, a modo de pista, nos inclina a otorgar más posibilidades a la Transfiguración. El versículo que hoy nos ocupa es el último del capítulo 16 del Evangelio según San Mateo. Pues bien, el capítulo siguiente se inicia con las palabras “seis días después” y se nos narra el acontecimiento de la Transfiguración.

¿Casualidad? La proximidad en el tiempo es, sin duda, un dato relevante. Y el saber que los evangelistas siempre “hilan fino”, que nada en el Evangelio puede ser tomado como casualidad, nos llevan a vincular estrechamente las palabras de Jesús en Mt 16, 28 con el episodio narrado al inicio de Mt 17.

Aún más, parece corroborarlo San Pedro cuando dice “fuimos testigos oculares de su majestad” (2 Pe 1, 16). Efectivamente, en el Monte Tabor los apóstoles Pedro, Santiago y Juan contemplaron una imagen del Hijo de Dios.

Así, por tanto, de la misma manera que conocemos bien que Jesús anunció a sus apóstoles su Pasión y Muerte, y así como también les anunció su Resurrección, parece que podemos convenir que Jesús les anunciaba la manifestación de su condición divina en la Transfiguración, otorgando, pues, a este hecho una importancia manifiesta.

(publicado previamente en el semanario Catalunya Cristiana)

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Arte

La caída de los ángeles rebeldes (en italiano:La caduta degli angeli ribelli)

es una de las más bellas y complejas   escultura barrocas del siglo xviii, depositada en el palacio Leoni Montanari de Vicenza.

Esta realizada en mármol de Carrara, representando la caída de

Lucifer desde el cielo al infierno en forma de una pirámide, con el 

arcángel Miguel en la cima.​

La obra representa la escena apocalíptica del Apocalipsis de Juan

(12,7-9), en la que el arcángel Miguel, a la cabeza de las huestes

celestiales, lucha contra Satanás y sus ángeles. El escudo dice

QVIS UT DEVS, la traducción latina del hebreo Mi-cha-El

("¿Quién es como Dios?"). Cuando los ángeles rebeldes caen al

suelo, se transforman en formas demoníacas. Desaparecen en la

boca abierta del infierno, donde su líder grita desafiante a Satanás

con un tenedor de dos puntas.

En una estructura en forma de cono, el artista ha entretejido

dinámicamente sesenta figuras. Demostró su dominio técnico

esculpiendo el conjunto a partir de una sola pieza de mármol.

La obra, tallada en un bloque de mármol de Carrara, mide

168 x 80 x 81 cm y se atribuye a Francesco Bertos o a su alumno Agostino Fasolato.[1]​ Es propiedad del banco Intesa Sanpaolo.

AutorAgostino Fasolato
UbicaciónPalazzo Leoni Montanari, Vicenza (Italia)
MaterialMármol de Carrara
Dimensiones160 centímetros de alto

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Leonardo da Vinci

 

El florentino  Leonardo da Vinci  (1452-1519) es probablemente uno de los mayores genios de la antiguedad, no sólo del Renacimiento sino probablemente de todos los tiempos

Es especialmete complicado reducir su actividad y su interés a una sóla disciplina. Interesado por todos los campos del saber y trabajador incansable, fue a la vez urbanista, científico, escritor, escultor, filósofo, pintor, anatomista, arquitecto paleontólogo, poeta, músico,e  inventor  .

Uno de sus primeras fuentes de interés fue el dibujo y la pintura, formándose inicialmente con el prestigioso artista de la época Verrochio 

Es imposible destacar una o dos de sus obras, como por ejemplo la muy popuar y fascinadora Mona

Lisa, en realidad "El retrato de Lisa Gerardini, esposa de Francesco del Giocondo" , donde el autor

alcanzó la cumbre de una técnica pictórica conocida como el sfumato , donde el artista realiza una

cuidadosa difuminacion de los colores para alcanzar una anbientación especialmente intimista. Fue

pintado en 1503. Se la considera la obra pictórica más popular del mundo, actualmente en el Museo

del Louvre, en París. El artista además logró un ambiente intimista  al parecer con la participación

de músicos que aliviaban las largas esperas de la modelo posando y pudo ser esa la razón de la

enigmática y fascinadora sonrisa que muestra, una de las más comentadas de la historia del arte

 

 

Dentro del campo estrictamente religioso de la obra pictórica de Leonardo, destacaría -entre

muchas-, la "Virgen de las Rocas", pintada hacia 1486.

Un cuadro, que aunque sea de estricta temática evangélica es, como muchos de Leonardo

profundamente enigmático.

En realidad son dos cuadros, originalmente pintados sobre tabla, uno de los cuales fue traspasado a lienzo 

 

 

 

 

 

 

 

A la izquierda, la versión más antigua, que se encuentra en el Louvre, y a la derecha la que se encuentra en la National Gallery de Londres

 

La historia de esta pintura es especialmente accidentada. La primera fue realizada hacia 1485. Una vez hecho el primer encargo, para la capilla de San Francesco el Grande de Milán, se modificaron los términos, y se sugirió que fuese parte de un tríptico de tres pinturas. Sabiendo que Leonardo había cobrado 800 escudos  por la primera, los dos autores adicionales exigieron por el conjunto de la obra 1200, lo que ocasionó casi una década de pleitos, en el que Leonardo acabó incluso subcontratando su parte a otros pintores.

 

Hasta hace poco se creía que Leonardo, cansado de los problemas que causaba esta obra, decidió unos años después repetirla prácticamente idéntica, siendo la que está en la National Gallery londinense, pero hace muy poco tiempo se puso en duda que esta segunda obra, aún atribuida a Leonardo sea en realidad de su autoría

 

Esta segunda obra es la que inicialmente se alojó en San Francesco de Milán. Al parecer Leonardo habría simultaneado -si la autoría es suya- esta obra con su versión de la Adoración de Los Magos, en la que llegó a colocar cincuenta personajes , en una agotadora sucesión de retratos, que superó con creces todas las obras pictóricas de este tema hasta entonces ( se encuentra en la galería de los Uffizzi)

 

El cuadro, tiene una temática ciertamente irreal, no sólo por la técnica del sfumato (que es genuinamente Leonardo, mucho más preciso en la versión parisina que en la londinense) , sino por su ambientación. En ella, los personajes,la Virgen, Jesús y Juan Bautista (San José está ausente) (y con el arcángel Uriel)  están sentados en una cueva, en una ambientación salvaje, muy alejada de las habituales ambientaciones de las escenas bíblicas que solían situarse en escenarios urbanos o en casas del estilo de las mansiones de los ricos que las encargaban. Quería decir Leonardo con esta situación de los personajes,-la Virgen, Jesús y Juan Bautista-  en un escenario que simbolizaba el mundo previo a la llegada de Cristo, es decir, un lugar agreste y árido? En principio la escena recoge un momento de los evangelios apócrifos (otra innovación de Leonardo) en el que la Sagrada Familia se encuentra con el huérfano Juan
 

La Virgen contrariamente a lo que es habitual en las pinturas, no está abrazada o mostrando afecto a Jesús sino a Juan Bautista pareciendo que presenta a éste a su Hijo, que se encuentra junto al arcángel,  asignado por Dios para protegerle por su condición de huérfano, y que señala al Bautista   al que hace un gesto de bendición

 

Esta aparentemente sencilla escena tiene muchos matices que han llenado ríos de tinta. En la versión del Louvre, el arcángel señala al Bautista y mira al espectador. En la versión londinense esa sonrisa desaparece y el arcángel ya no señala al Bautista. La confusión llega hasta el punto de que en la versión "francesa" podría llamar a desconcierto el hecho de que podría no estar clara la identificación de los niños, que ya se produce claramente en la versión "inglesa". 

 

De hecho también es novedoso y desconcertante que ninguno de estos "santos" personajes lleve aureóla en la versión francesa mientras que en la "inglesa"si aparece Jesús con aureóla y Juan con su báculo que lo identifica, que se cree fueron colocados con posterioridad para aclarar esa confusión

 

De hecho Leonardo lo que plantea es una innovación que debió causar no poca polémica ya que no era nada habitual que la Virgen fuese pintada sin mirar a Jesús y si concentrando su mirada en otro personaje, como era Juan. No sería extraño que parte de la polémica legal que tuvo esta obra se debiera a estas situaciones

 

También es hasta cierto punto desconcertante que en este grupo familiar Leonardo incluye al arcángel y a su posición distinta en ambas obras, en una señalando a Juan, que parecería ser el protagonista de la escena y mirando al espectador con una ligera sonrisa y en otro ya sin señalar ni sonreir. 

 

Incluso analizando detenidamente la posición de la mano derecha de la Virgen, que está rodeando a San Juan, parece estar forzada y ser más grande de lo normal como si estuviera sosteniendo otra cosa. 

 

 

 

La explicación, sin caer en las rocambolescos y hasta cómicos disparates de esta obra en "El Código da Vinci" puede resumirse en varios puntos claves, que demuestran que aunque aparentemente sea una obra sencilla, es más compleja de lo que parece

 

La roca que es protagonista del contexto -y del título- simboliza la fimeza de Dios. Las rocas a la izquierda de la imagen simbolizan el vientre de la madre, y las de la derecha, la resurrección. El río y el agua simbolizan la pureza y el bautismo, pero también la palabra de Dios.

 

Ningún detalle es gratuito, como por ejemplo la anémona en la parte inferior que simboliza la muerte, ya que en iconografías sobre la crucifixión aparece debajo. Los pétalos color rojo simbolizan la sangre.

 

La composición es piramidal, en cuya cumbre se encontraría la Virgen y en la base a Jesús

 

Todo ello mostrado con efectos de luz, innovadores para la época, finales del siglo XV, para difuminar los contornos de las figuras como si estuvieran envueltas en una neblina .

 

Hasta ese momento la iconografía y la pintura eran mucho más rígidas en sus formas por lo que el paso que da Leonardo aquí muestra un innegable dominio de la técnica que supera con creces a muchos de sus predecesores y abre paso a innovaciones técnicas que se producirán durante todo el siglo XVI.

 

Con ella alcanzó no poca fama y prestigio que culminaron con la que sin duda será su obra de iconografía religiosa más importante, "La Ultima Cena"

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JAVIER

CLAVES DE LECTURA DEL LIBRO DEL GÉNESIS

Javier Velasco-Arias

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DOS HERMANOS ENFRENTADOS

En esta ocasión os propongo leer y meditar la historia de los dos hijos del patriarca Isaac y la matriarca Rebeca: Esaú y Jacob. Una narración que comienza en Génesis 25,19 y se extenderá por algunos capítulos de este primer libro bíblico. Incluso será la clave de lectura del conflicto endémico entre dos pueblos (hermanos), Edom e Israel, que encontraremos en diferentes narraciones bíblicas. Es un texto donde se mezclan valores y contravalores, la vida real, donde Dios continúa interviniendo.

La oración del indigente

Como percibimos, con cierta frecuencia, en los textos bíblicos, la esterilidad femenina que es vista como algo negativo en la antigüedad (el no tener hijos es lo peor que lo podía pasar a una mujer), es ocasión para una acción extraordinaria de Dios. Y de la misma manera que Sara, esposa de Abrahán, concibió gracias a la acción de Dios, también Rebeca: «Isaac rezó a Dios por su mujer, que era estéril. El Señor le escuchó y Rebeca, su mujer, concibió» (Génesis 25,21). La acción de Dios se hace presente escuchando la suplica del necesitado. El débil, el indigente, el pequeño siempre son objeto de la predilección divina.

El fruto del vientre de Rebeca serán dos hermanos gemelos: Esaú y Jacob. Dos hermanos que personifican a dos grandes pueblos: Edom e Israel. Dos naciones que estarán en conflicto continuo a lo largo de la historia.

El mayor es presentado como cazador y rudo, mientras que Jacob es descrito como un hombre tranquilo, pacífico, integro (diversas traducciones posibles de la expresión hebrea tam) y pastor nómada.

El hambre de Esaú

La escena sitúa a los dos hermanos ya adultos, dando un gran salto cronológico. Jacob está cocinando un guiso rojo (25,30), unas lentejas, aclarará el narrador después (25,34). El juego de palabras entre rojo y Edom (de la misma raíz en hebreo) justifica el nombre por el que será conocido el pueblo descendiente de Esaú. Esaú accede a «cambiar» o «vender» sus derechos de hijo mayor, de primogénito, por el guiso que está preparando su hermano. Sus ganas de comer, su ansiedad le ciegan la responsabilidad adquirida como heredero. Ocasión que aprovecha astutamente su hermano menor Jacob.

El engaño de Jacob

Esta circunstancia junto con el engaño posterior de Jacob a su padre, ya ciego, con la complicidad de su madre Rebeca, para recibir la bendición de primogénito (cf. Génesis 27), harán que se desate un grave antagonismo entre los dos hermanos, un odio a muerte.

Jacob suplanta a Esaú con el fin de hacerse con los derechos del hermano mayor, de la primogenitura que astutamente ha conseguido de su hermano. Y no se para ante la mentira, el disimulo, el fraude para conseguir lo que quiere. Curiosamente, a pesar de estas circunstancias, el plan de Dios se cumple. «Dios escribe recto con renglones torcidos» (frase atribuida a Teresa de Jesús, aunque de origen incierto).

Una herida por cicatrizar

Pero el engaño traerá funestas consecuencias, que no podemos obviar. La reconciliación será costosa, difícil e incompleta (Génesis 33,1-17). La historia posterior corroborará que la herida abierta entre estos dos hermanos, estos dos pueblos, nunca llegó a cicatrizar del todo.

Para la oración

Los temas para llevar a la plegaria son varios; cada persona ha de elegir la temática o las cuestiones que más inciden en su existencia personal y comunitaria: la fuerza de la oración, el plan de Dios, la predilección por los pequeños, los conflictos fraternales, el papel de los padres en la educación, el engaño y el fraude…

La oración, en muchas ocasiones, consigue lo aparentemente imposible. Hemos de poner nuestra confianza en la acción de Dios y no desfallecer. Isaac y Rebeca son ejemplos de una oración esperanzada, como rezamos en el libro de los Salmos: «Mi corazón, Señor, no es altanero, ni mis ojos altivos. No voy tras lo grandioso, ni tras lo prodigioso, que me excede, mas allano y aquieto mis deseos como el niño en el regazo de su madre: como el niño en el regazo, así están conmigo mis deseos. Tu esperanza, Israel, en el Señor, desde ahora, para siempre. (Salmo 131).

Pero todo no es laudable en la actitud de los diversos personajes. Esaú es un inconsciente y un irresponsable cuando es capaz de «cambiar» su primogenitura por un plato de lentejas. Lo inmediato prevalece sobre lo realmente importante. Y ¿en mi vida? ¿Sé realmente priorizar en cada ocasión? ¿Tengo siempre presente lo que es realmente importante o me dejo habitualmente llevar por lo inmediato, lo tangible, las «exigencias» del aquí y ahora?

O Jacob y su madre Rebeca que utilizan la mentira, el fraude, la deslealtad para conseguir sus fines, aunque estos sean buenos. ¿El fin justifica los medios? ¿No somos conscientes que todo no vale para obtener resultados? La persona religiosa y la persona honrada saben que el «todo vale» no es una opción ética, aunque el motivo sea bueno.

Una vida incoherente y egoísta lleva siempre al conflicto. El enfrentamiento con el otro es consecuencia de dichas actitudes. Y el narrador bíblico nos recuerdo que el otro siempre es tu hermano al que

debes amar, hijos ambos del mismo Padre. Edom e Israel serán dos pueblos siempre

enfrentados, pero en el plan original de Dios son hermanos. ¿También yo considero al otro

mi hermano o mi hermana?, sea quien sea.

Dios es el Señor de la Historia. Esto nos da esperanza y confianza. Ya que a pesar de

nuestras innumerables «meteduras de pata» el plan de Dios prevalecerá. Pero no se lo

pongamos cada vez más difícil.

Javier Velasco-Arias

(publicado previamente en el blog "Biblia y Pastoral" el día 9 de marzo de 2018)

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BIBLIA Y MISIÓN

P. Toni Plaza, MSC

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"COMO LOS QUE NOS PRECEDIERON EN LA FE"

Yo soy muy devoto de los que nos precedieron en la fe. ¡Cómo no recordarlos! Gracias a ellos somos lo que somos, personalmente y como Iglesia. Si ellos no hubiesen vivido lo que vivieron y, a pesar de todo y con todo, perseveraron, con toda esa fuerza espiritual, tenemos la posibilidad de realizar el sueño de Dios: su Reino. Ese mundo fraterno y unido en el que todos vivimos como hermanos y en el que a nadie le falta nada (ni si quiera la paz), porque todos estarán comprometidos entre sí por los lazos del espíritu de Dios, que desde siempre nos ha dado su aliento de vida (cf. Gn 1, 7; Hch 2, 4). En ese espíritu vivieron las primeras comunidades cristianas (cf. Hch 2, 42-47; 4, 32-37). Por eso es de vital importancia que seamos responsables y nos hagamos cargo de la vocación que recibimos y de la misión que Dios nos ha dado, “como los que nos precedieron en la fe”.

No me estoy refiriendo únicamente a los primeros cristianos o a aquellos que ya creemos en la presencia de Dios por su ejemplo de vida y testimonio de fe. Estoy, sobre todo, hablando, de aquellos que hemos tenido más de cerca en nuestra vida y que ciertamente han supuesto algo en ella. Es decir, al compartir con ellos nuestra vida, nuestras penas y alegrías, han sido un punto de apoyo y referentes que nos han ayudado a dar pasos decisivos y que no han tenido marcha atrás a pesar de las dificultades que hayan podido surgir en el camino. Me estoy refiriendo a parientes (padres, hermanos, tíos…) que, a su modo, han estado apoyándonos y que me siento muy orgulloso de haber tenido. Y también me refiero a toda esa gente que se nos ha ido cruzando por el camino.

Esta idea de los parientes, de la familia, que acabo de mencionar me recuerda las palabras de Pablo a Timoteo en 2Tm 1, 5: “Recuerdo tu fe sincera. Así eran tu abuela Loide y tu madre, Eunice, y estoy convencido de que la recibiste de ellas”. Esta es la traducción que hace la biblia latinoamericana; la de Jerusalén dice “sé que también ha arraigado en ti”. Otras traducciones bíblicas dicen: “primero habitó (o residió) en ellas… y también está en ti”. La idea está clara: “aquellos que nos precedieron en la fe”, que sintieron la llamada y misión que Dios les hacía, han influido en nosotros de manera sana, positiva, comprometida…

Ahora no estoy en un campo de misión como cuando estaba en Paraguay. Los caminos de Dios son como son y “regresé”. Aquí intento estar en contacto con esa realidad misionera y, como hay tantos de allá, conecto en seguida con ellos. En la capellanía del hospital público en la que colaboramos un día me llamaron porque uno de origen peruano, de religión budista (“religión sin Dios”), quería hablar con un sacerdote. Hablaré, en otro momento, más detenidamente de ese encuentro, porque, como siempre ha sucedido, se me confirmó lo importante que es hacernos presentes en la misión. Sólo mencionar aquí este vínculo tan especial de la fe con “los que nos precedieron” en ella. Este hermano peruano, casado con una mujer católica, recién había pasado por una grave enfermedad y vio la mano de Dios en su curación. Estaba planteándose el bautizarse y hacer un proceso de catecumenado para adultos. Me impresionó el “miedo” que le daba hablar con sus padres sobre el tema: “no quiero defraudarles”, me decía. ¡Qué diferencia entre allá y acá! ¡Aún importa qué decimos y cómo lo decimos! “Los que nos precedieron en la fe” no merecen nuestros respeto por su edad, sino por lo que han sido y son en nuestras vidas.

Además de la familia, también han estado muy cerca de mí el que nos acompañaba en el seminario, Carlos, que estuvo cinco años de misionero en Centroamérica y muchísimos años en un barrio obrero de Madrid; y también un gran misionero, el P. Pin, que sí dedicó toda su vida activa a la misión “más allá de sus fronteras” y que cuando regresó a España, ya mayor (a pesar de todo trabajó mucho en las capellanías que atendemos en Valladolid), tuve la suerte de compartir grandes, por largas y profundas, conversaciones sobre la misión y la Vida Religiosa. Es curioso, quizá ellos dos, por su testimonio y estilo tan particular de ser, fueron los que motivaron mucho mi vocación misionera. Entiendo, entonces, que, si cuidamos mucho nuestra forma de ser y de vivir, seguro que nuestros hijos, alumnos, feligreses…, aquellos que Dios nos pone a nuestro cuidado podrán plantearse muchas cosas en la vida.

Además de todas estas personas cercanas a mi vida, también, por supuesto, uno vive

en función de lo que está lleno. Es decir, ¿qué leo?, ¿de qué me informo?, ¿cómo lo

hago?, ¿con quiénes comparto vida, sueños…?, ¿qué y cómo oro? Cuando estaba en

el grupo juvenil del colegio, los dos personajes que siempre me han impresionado

mucho fueron dos: Madre Teresa de Calcuta (a quien pude ver en persona y quien me

impuso las manos y me bendijo) y el obispo Oscar Romero. ¡Qué curioso! ¡Los dos

desarrollaron sus vidas lejos de donde yo nací! De hecho, siempre quise ser misionero

en El Salvador (porque inglés no sé hablar) y finalmente me quedé en Paraguay…

cosas de la vida, pero siempre, siempre, agradecido por el testimonio de “los que nos

precedieron en la fe”.

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BIBLIA Y FAMILIA

Quique Fernández

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VIDA EN ABUNDANCIA

En el capítulo 1 del Libro del Éxodo se nos narra como el Pueblo de Israel está oprimido, esclavizado, por los egipcios y como, de entre las formas de tiranizar una destacaba sobre todas ellas: "Entonces Faraón dio a todo su pueblo esta orden: «Todo niño que nazca lo echaréis al Río" (1, 22)

Sucedió que una mujer israelita concibió y dio a luz a un niño que, tras ocultarlo durante tres meses, lo metió en una cesta de papiro y lo dejó en la orilla del río.

Por allí se bañaba la hija de Faraón que al divisar la cestilla pidió a una criada que la recogiera. Y en ella encontró al niño, al que de inmediato reconoció como hebreo, seguramente debido a la circuncisión.

Estamos ante un momento crucial. La hija del Faraón podría haber denunciado la presencia de un niño hebreo al que según la orden de su padre, Faraón, se le debía matar.

Pero no lo hace, apuesta por la vida y no por una ley injusta e inhumana.

No nos resulta nada difícil relacionar esta ley atroz con las leyes eugenésicas del nazismo. También entonces los hubo que mostraron su disconformidad con tal valentía que les costó la vida. Se podría pensar que no era su problema, como tampoco lo era de la hija de Faraón. Y, sin embargo, apostaron por la vida, y en el caso de los que objetaron contra las leyes nazis lo hicieron con la entrega de sus vidas.

Pues bien, después de que providencialmente la hermana del niño pudiese recomendar a la madre como nodriza, llega otro momento de enorme relevancia. Porque una cosa es no matarle y otra bien diferente es tomarlo como hijo.

La hija de Faraón adoptó al niño y “lo tuvo como propio” (2, 10) dándole su maternidad, su casa y el nombre de Moisés.

Tanto la adopción como la acogida de menores es una hermosa obra de amor de las

familias e, incluso, de misericordia, cuando hablamos de niños refugiados, huidos del

hambre, de la guerra, de la violencia doméstica.

Una egipcia nos ayuda en este capítulo a atisbar desde el Antiguo Testamento las

palabras de Jesús: “He venido para que tengáis vida y la tengáis en abundancia”.

 

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LO SOCIAL DESDE LA BIBLIA

Mn Pere Pardo, DP

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NOÉ, ABRAHAM Y MOISÉS:

NEGOCIANTES DE LA SALVACIÓN

A veces escuchar los signos del tiempo es una cuestión de tener los ojos muy abiertos y dejar que las cosas de nuestro entorno nos impresionen como lo hace la luz en una cámara fotográfica encima de la película (me doy cuenta de que mis estudios de fotografía ahora quedan relegados a una minoría… Tengo bastantes lunas…).

Quería hablar en concreto de Moisés y su capacidad de “negociar” con el Faraón, pero al meditar sobre ello, me he dado cuenta que toda la historia de la salvación es como una negociación en donde el hombre siempre quiere ablandar el corazón de Dios y rebajar al máximo las exigencias para poderse salvar. Y hay que decir que a final lo consigue… Dios manda a su propio hijo para que “negocie” contra Él y así darnos una filiación divina para toda la humanidad.

Para mi, y a medida que me convierto en un aprendiz de la Sagrada Escritura, me enamoro más de estos tres patriarcas. Es curioso porqué también son los más lejanos en el tiempo pero se convierten en los más cercanos…

Mirad, Noé: cuando la Arca queda encallada en el fin del diluvio, Noé construyó un altar y ofreció un holocausto al Señor y dice: “Cuando al Señor le llegó aquel olor tan agradable, dijo: “Nunca más volveré a maldecir la tierra por culpa del hombre, porque el hombre, desde joven, solo piensa en hacer lo malo. Tampoco volveré a destruir a todos los animales, como hice esta vez.” (Gn 8, 21). Noé sabe muy bien lo que tiene que hacer para que nunca más los hombres y mujeres sufran un diluvio. Nadie se lo pide, no hay ninguna norma escrita pero sabe que tiene que ablandar el corazón de Dios porque la humanidad volverá a pecar aunque sus intenciones no sean estas.

Más adelante nos encontramos con Abraham. ¡Que bonito es el fragmento de Génesis 18, 16-33! Dios va a destruir Sodoma y Gomorra. Ya no puede enviar un diluvio. Hizo una alianza con Noé y con toda la humanidad, pero si que puede destruir a una ciudad o territorio, pero entonces Abraham empieza a negociar con Dios… Si hay 50 inocentes, ¿Vas a destruir las ciudades? Y así sucesivamente hasta llegar a 10 inocentes con palabras tan dulces como: “–Por favor, mi Señor, no te enojes conmigo: hablaré tan sólo esta vez y no volveré a molestarte: ¿qué harás, en caso de encontrar únicamente diez? (Gn 18, 32) El problema es que al final Dios no encuentra ni a diez inocentes.

Al final, nos queda Moisés. Cuando pienso en él no puedo dejar de pensar en el film "Los Diez mandamientos" con Charlton Heston y Yul Brinner. Pero creo que el Moisés real no era como el de Charlton Heston, debía estar lleno de miedo, inseguro, dando instrucciones a Aaron para que hablase y sobre todo pensando lo bien que vivía con su mujer en las montañas. Pero él, junto a su hermano, iba a ver el Faraón a pedirle que dejara marchar al pueblo judío. A cada “No” del Faraón, una plaga y la tensión no dejaba de subir y subir. Moisés insiste al corazón del Faraón pero este no escucha y tiene un corazón de piedra. Al final con el último "No", con la Pascua, mueren todos los primogénitos de Egipto (Ex 12, 29-36) y el Faraón derrotado, deja marchar al pueblo judío. Es bonito si lo leemos en clave del Nuevo Testamento, pero sino, nos podemos sentir llenos de miedo delante de un Dios que no tiene misericordia de los inocentes de Egipto.

Mirad, en la Doctrina Social de la Iglesia encontramos espacios donde se habla de la enorme responsabilidad de los que tienen responsabilidades sobre las armas (Gaudium et Spes 80; CIC 2314) pero constantemente nos pide que seamos capaces de llegar a acuerdos, de negociar delante una situación bélicas, delante de conflictos, de desacuerdos… El Papa Pio XII en su mensaje radiofónico del 24 de diciembre de 1945 dijo “Para consolidar la primicia del derecho, prevalece el principio de confianza reciproca. Desde esta perspectiva, los instrumentos normativos para la resolución pacifica de las controversias se tiene que repensar para así reforzar la obligatoriedad y el ámbito”

En la doctrina social de la Iglesia se llama constantemente al acuerdo, negociación, pacto, etc… para encontrar acuerdos que consigan una paz. No una paz sin conflictos. Una paz con amor. Una paz en donde el perdón y el acuerdo lleguen al corazón y no un equilibrio encima de un cuchillo afilado.

Hoy lo necesitamos más que nunca.

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SAN PABLO NOS MUESTRA SUS CARTAS

Pedro Fernández

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PRIMERA CARTA A LOS CORINTIOS

(1a parte)

El bueno de Saulo, aquí ya marca perfectamente los tiempos de lo que debe ser el seguimiento al Crucificado, al Resucitado.

¿A quién seguís? ¿A mí acaso? ¿A éste? ¿A aquél?

Que equivocados estáis hermanos. Ellos y nosotros. Porque más allá de pertenecer a un movimiento religioso, a una orden religiosa, a… Más allá está la verdad. Y la única verdad es, para un cristiano , seguir a Jesús. Seguir el Evangelio.

Porque el Evangelio vivo es Jesús. Sabemos que la comunidad de Corinto, no conocía los “Evangelios” ni a los autores que hoy en día conocemos bien, o al menos deberíamos conocer. No aquella comunidad conocía relatos de personas que seguían a Jesús, y Pablo fue el gran inspirador del seguimiento y el primer “evangelizador”.

Pablo durante toda la primera carta a los Corintios, va dejando claro que solamente hay un camino a seguir. Solo el verdadero Camino, Verdad y Vida. Los demás solo son instrumentos, por extensión todos somos, del mensaje liberador de Cristo.

Pablo, y en eso es muy reiterativo, nos da las pautas de un verdadero seguimiento. Sin dispersiones.

Nos podemos, y debemos, aplicar este mensaje a nosotros, en nuestra época. Estamos demasiado dispersos, e incluso a veces parece que queremos enmendar la plana al mismísimo Jesús. Desde luego el atrevimiento no tiene límites.

Debemos ser “parábolas del Reino”. En el versículo 4, 20 nuestro querido Saulo lo deja claro: “Porque el reino de Dios no es cuestión de palabras, sino de eficacia”

 

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BIBLIA Y LITURGIA

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Escuela de Animación Bíblica publica en dos páginas de Facebook. Una es la que estáis leyendo ahora donde prima el contenido bíblico (aunque también abiertos a contenidos eclesiales). La otra es #conectadosconelpapa donde tienen cabida contenidos eclesiales, especialmente lo referente a la enseñanza del Papa.

Pues bien, desde esta semana en #conectadosconelpapa iniciamos una sección llamada "La Litúrgia está viva. Magisterio del Papa Francisco en materia litúrgica" donde trataremos sobre tres de los últimos documentos:

- Carta apostólica en forma de Motu proprio Spiritus Domini, sobre la modificación del can. 230 § 1 del Código de Derecho Canónico acerca del acceso de las personas de sexo femenino al ministerio instituido del Lectorado y del Acolitado (10 de enero de 2021)

- Carta apostólica en forma de Motu proprio Traditionis

custodes sobre el uso de la liturgia romana anterior a la

reforma de 1970 (16 de julio de 2021)

- Carta apostólica Desiderio desideravi sobre la formación

litúrgica del pueblo de Dios (29 de junio de 2022)

Os invitamos a visitar #conectadosconelpapa

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Biblia LIBRO A LIBRO
Biblia y Mision
FAMILIA
LITURGIA

PABLO, CARTA A CARTA

SAULO, EL TEMIDO, SE QUEDA CIEGO

Yolanda ME

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Saulo se siente judío por naturaleza y distinto a los pecadores, los gentiles. Por eso, hay que perseguirles, para que no arrastren a otros judíos a compartir sus creencias. Hay que mantener la fe recibida de sus antepasados y ser fieles a ley de Moisés, como buen fariseo que era. Los cristianos son, para él, una nueva “secta” que surge en medio del pueblo de Israel que no se atiene a la Ley. Hay que acabar con ellos porque suponen un peligro para el judaísmo.

Así podemos entender Hch 8,3: «Entretanto Saulo hacía estragos en la Iglesia; entraba por las casas, se llevaba por la fuerza hombres y mujeres, y los metía en la cárcel» o Hch 9,1: «Entretanto Saulo, respirando todavía amenazas y muertes contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote». Saulo era un perseguidor por la fe, por mantener la fe de sus padres.

Y, ante el sumo sacerdote, «le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, para que, si encontraba algunos seguidores del Camino, hombres o mujeres, los pudiera llevar presos a Jerusalén». Pedir cartas al sumo sacerdote, era pedir autorización a la autoridad judía para seguir persiguiendo. Lo que no esperaba Saulo era lo que iba a ocurrirle.

«Yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le envolvió una luz venida del cielo, cayó en tierra y oyó una voz que le decía: “Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?”. Él preguntó: “¿Quién eres, Señor?”. Y él: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”. Pero levántate, entra en la ciudad y te dirán lo que debes hacer”» (Hch 9,3-6). No era el Jesús histórico que habían conocido los discípulos, sino el Jesús

Resucitado, el Cristo, porque esto ocurrió allá por el año 36.

Será san Lucas quien nos diga que: «Saulo se levantó del

suelo, y, aunque tenía sus ojos bien abiertos, no veía nada.

Le llevaron de la mano y le introdujeron en Damasco»

(Hch 9,8). Si yo estuviera en su lugar, el temor se habría

apoderado de mí. Ciego, sin saber dónde lo llevan ni quién lo

guía. ¿Podría acabar en manos de los enemigos? Saulo, no

creo

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ORAR CON LOS SALMOS

Quique Fernández

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SALMO 8

QUÉ ES EL HOMBRE PARA QUE DE ÉL TE ACUERDES

Salmo 8

2. ¡Oh Yahveh, Señor nuestro,

qué glorioso tu nombre por toda la tierra!

Tú exaltaste tu majestad sobre los cielos

3. en boca de los niños que aún maman,

dispones baluarte frente a tus adversarios,

para acabar con enemigos y rebeldes.

4. Al ver tu cielo, hechura de tus dedos,

la luna y las estrellas, que fijaste tú,

5. ¿qué es el hombre para que de él te acuerdes,

el hijo de Adán para que de él te cuides?

6. Apenas inferior a un dios le hiciste,

coronándole de gloria y de esplendor;

7. le hiciste señor de las obras de tu mano

todo fue puesto por ti bajo sus pies:

8. ovejas y bueyes, todos juntos,

y aun las bestias del campo,

9. y las aves del cielo, y los peces del mar,

que surcan las sendas de las aguas.

10. ¡Oh Yahveh, Señor nuestro,

qué glorioso tu nombre por toda la tierra!

QUÉ DICE EL SALMO 8

- “¡Qué glorioso tu nombre por toda la tierra!”:

Este salmo empieza reconociendo la gloria de Dios ya que solo Dios desde su gloria puede exaltar al hombre y elevarlo en dignidad. Sería un grave error concebir una grandeza propia del ser humano.

- “¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes?”:

Dios en su Gloria y Majestad se ha fijado en el ser humano con una mirada de Amor que proviene de que Dios es su Creador y Padre y que, por tanto, somos sus hijos, nuestra dignidad es la de hijo, la más alta y querida para un Padre.

- “… para que de él te cuides”:

Esa mirada de Amor va acompañada de ternura, misericordia y perdón. Dios acaricia continuamente a sus hijos, nunca nos abandona. Se hace presente por medio de los profetas, para reconducir nuestro camino errado. Se hace presente en la Iglesia, Madre y Maestra, que es hogar, escuela y “hospital de campaña” para el ser humano.

- “Le hiciste señor de las obras de tus manos”:

Dios nos ha proporcionado todo lo necesario para nuestra vida y felicidad. Ha puesto a nuestra disposición un planeta abundante en recursos. Pero además, nos ha concedido unas capacidades de inteligencia para poder progresar en ciencia y técnica. Tan solo debemos reconocer que Él es Señor de nuestras vidas y obras

QUE NOS DICE HOY A NOSOTROS

- Reconocimiento de la Gloria de Dios:

Incluso desde un itinerario de fe, existe la tentación de crecernos tanto que fabricando nuestros “paraísos artificiales” acabemos queriendo ser como dioses, desde el maquillaje que suponen nuestros méritos y aparentes éxitos. Así, llega el punto en que prescindimos de Dios y ocupamos su lugar con nuestra “gloria barata”.

- Dignidad de todos sus hijos:

Tan alejado del plan de felicidad de Dios está el no reconocer su Gloria como el no respetar la dignidad de todos sus hijos. Negarles ese derecho fundamental es no reconocerlos como hermanos y, en consecuencia, disminuir o anular nuestra condición de hijos del mismo Padre Dios.

- La ternura de Dios:

Nunca debió ni debería presentarse la fe “a golpe de silbato”. Dios Amor se manifiesta en misericordia, ternura, caricia. Y así es como debe mostrarlo la Iglesia y así es como debe mostrarse la Iglesia. Y solo desde esa ternura es posible ejercer cuando hace falta la corrección.

- El don de la Creación:

No deberíamos olvidarnos que todo lo creado por Dios lo ha constituido en don, regalo, para nosotros. Y, de esa manera, nos ha otorgado ser señores de su obra, pero a su imagen y semejanza, es decir, que debemos servirnos de ello no para nuestro provecho egoísta, sino para hacer el bien siempre y a todos.

A ORAR SE APRENDE ORANDO

ORACIÓN CRISTIANA CON LA CREACIÓN

Señor Uno y Trino,

comunidad preciosa de amor infinito,

enséñanos a contemplarte

en la belleza del universo,

donde todo nos habla de ti.

Despierta nuestra alabanza

y nuestra gratitud

por cada ser que has creado.

Danos la gracia de sentirnos

íntimamente unidos

con todo lo que existe.

Dios de amor,

muéstranos nuestro lugar

en este mundo como

instrumentos de tu cariño

por todos los seres de esta tierra,

porque ninguno de ellos

está olvidado ante ti.

Ilumina a los dueños

del poder y del dinero

para que se guarden

del pecado de la indiferencia,

amen el bien común,

promuevan a los débiles,

y cuiden este mundo

que habitamos.

Los pobres y la tierra

están clamando:

Señor, tómanos a nosotros

con tu poder y tu luz,

para proteger toda vida,

para preparar un futuro mejor,

para que venga tu Reino

de justicia, de paz, de amor y

de hermosura.

Alabado seas.

Amén.

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ORARCONSALMOS
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